LA CADERA DEL REY, EN SU CONTEXTO

Una docena o más de alifafes que han requerido de cirugía, serían demasiados para cualquiera a no ser que se justifiquen por la práctica de ciertas actividades físicas: trabajo en la construcción o en la mina cuando se trata de sobrevivir, y ya se sabe del riesgo que tiene el andamio o un pedrusco desprendido. En otros casos como el que me ocupa, pues consecuencias del esquí o la caza de paquidermos, por aquello de tener las necesidades básicas -y algunas más- cubiertas. A nuestra costa. En cualquiera de las circunstancias citadas, las lesiones pueden ser equiparables, aunque no así los sentimientos que despiertan en la ciudadanía. Y si bien es cierto que a nadie se le desea un mal paso, también lo es que, para muchos, sólo se espera que curen pronto y sin secuelas, mientras que de otros, los menos, e incluyo entre ellos al Monarca, cabría esperar algo más.
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Que el Rey utilice de forma sistemática la sanidad privada, pues me parece incoherente, y es que hay cargos que llevan aparejada la responsabilidad de dar ejemplo. Así lo escribí en el post de fecha 3 de marzo como podrán comprobar, de modo que es Cayo Lara quien ha coincidido con mi opinión en sus recientes declaraciones, que no a la inversa. Y lo subrayo para evitar deducciones sobre sintonías ideológicas que no vendrían al caso. «El Rey en la Milagrosa», titulé por entonces la reflexión, pero es que la lista de centros privados que ha utilizado, antes y después, da para una antología: la Clínica San José, Barnaclínic cuando la intervención sobre el nódulo pulmonar…

La Sanidad Pública de este país, y los especialistas que trabajan en ella, podrían haber resuelto su problema con iguales garantías. No era preciso importar un experto desde USA y, de paso, habría demostrado que cree en lo que predica para sus súbditos.Rey 5 ¿O es que de no ser Rey y acudir a un Servicio de urgencias, las posibilidades de éxito disminuyen? Porque en ese caso haga algo, Majestad, en vez de escurrir el bulto argumentando (usted o la Zarzuela, que igual da), como publicaba el Diario ABC, que no se quería intervenir en las listas de espera. Unas listas, por cierto, que comprometen la vida de muchos, tan dignos de atención precoz y exquisita como usted mismo. En resumen: sus opciones cuando elige, sea el centro sanitario o las presas a abatir, una vergüenza. Una vergüenza nacional, dado su estatus.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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