Pues en rastro que será, para cada quien, según su talante e idiosincrasia, grado de implicación, edad o memoria (y a veces una maniata a la otra, como bien sabemos quienes peinamos canas). Con el paso del tiempo y sustituida la presente indignación por cualquier otra que ojalá, porque atestiguará que aún podemos fabricar adrenalina, tal vez quede en algunos el número de participantes nunca visto antes, en otros el orgullo de haber resistido, lo fútil del empeño en un TIL que finalmente terminó en nada o sobre todo -y no estaría pero que nada mal- la visión de esas calles teñidas, entrado en otoño, con los colores verdes de la primavera.

Entretanto, conviene almacenar, a título de inventario y por si pudiese ayudar a decantar opiniones y votos en el futuro, algunos de los eslóganes y frases que pudieron leerse en las

pancartas, sin duda de mayor fundamento conceptual que los análisis con que nos hieren la inteligencia esos de la mayoría absoluta y a los que votaron la cuarta parte de quienes a día de hoy los padecen. «UnTIL tomorrow, Bauçà», aunque tras leer la despedida daban ganas de llegarse a por una cup of café con leche a la Plaza Mayor. O «En vez de TIL, toma GelocaTIL», como coreaban unas adolescentes. La razón puede llevarse bien con el humor y, de paso, promocionar a la empresa farmacéutica correspondiente por si pudiese contribuir a la caja de resistencia.

Cosas así serán las que pervivan en algunos cuando, finalmente, el malhadado TIL se convierta en Historia vergonzante. Y lo sé porque, de mi participación en huelgas del pasado y más allá de carreras frente a los «grises», lo más vívido es el vociferado exhorto que mi hijo -seis o siete años tendría- transformó con acierto. El «¡Suarez, cabrón, trabaja de peón!» se transformó, salido de sus labios, en «¡Suarez, peón, trabaja de cabrón!». Que vayan tomando buena nota estos politicastros, porque ésta es una movida escolar y los jóvenes suelen tener la clarividencia que los años a veces ensombrecen. Si en lugar de «trabaja» fuese «trabajas», más claro agua. Y sustituyendo a Suarez por quien corresponda, aunque el color de la corbata (verde que te quiero verde, como la marea verde) pueda llamar a engaño.