Trilingüismo o más si fuera posible, pero poquito a poco. Gradualmente y con método. No sea que con el dichoso Tratamiento Integrado de las Lenguas (TIL) que pretende implantarse en los colegios (con escasa fortuna, por fortuna, vista la improvisación), termine por suceder lo que temía una poetisa: que el lenguaje (los lenguajes, en este caso) sea un pretexto para el silencio. Porque no sería de extrañar que el/la docente, con un inglés en muchos casos cogido por los pelos, prefiriese, si obligado a emplearlo, las frases cortas cuando no los monosílabos. En cuanto a los alumnos, y si ya es complicado traducir incluso en la lengua propia (entender es, a la postre, traducir para poder integrar lo nuevo en el acervo de cada cual), imaginen si ha de hacerse desde un idioma poco trabajado. En resumen: explicaciones balbucientes y, por parte de los escolares, el mutis generalizado para evitar preguntar lo que no se sabe siquiera cómo.
Nietzsche no debió estrujarse mucho la mollera cuando afirmó que, para aprender a volar, primero es necesario saber tenerse en pie, aprender a caminar… Profes y alumnos. Y es que volar en inglés -como hacerlo en catalán o castellano para quien ha ordenado el mundo, el que le rodea y el de su interior, en otros idiomas- lleva su tiempo. Que no es cuestión de aquí te pillo y aquí te mato, vaya, por mor de una ley de obligado cumplimiento. O así lo pregonan estos nuevos dictadorzuelos.
Yo mismo llevo años, muchos años, leyendo y escuchando de mi profesión en inglés, mejorando en escuelas(Berlitz, International House)… Me saqué el First Certificate cuando alumbraba la democracia por estos lares… y, a mi pesar, sigo de aprendiz. Si me dijeran de enseñar en ese idioma, ¡pobres de mis oyentes! Caso de irme en ello el sueldo procuraría dar la talla como cualquier hijo de vecino, pero con tiempo y, desde luego, sin comprometer en los primeros compases el objetivo, que supongo no sería la obediencia sino la educación, digo yo. ¿Se plantearán parecidas reflexiones el millar y medio que salieron ayer a manifestarse en apoyo de la mencionada ley? Porque los cien mil del otro día parece que sí, lo que supone una proporción, en favor de quienes apuestan por una mejor estrategia para conseguir la competencia idiomática, de 10 a 0.15. Y si sumamos la mayoría silenciosa (cada quién puede adscribirla a la postura que mejor le parece, como se ha demostrado), ni les cuento. Como para hacérselo mirar.