El idioma de las reuniones, cuando éstas trascienden el ámbito nacional o cuentan con asistentes/ponentes de otros países, es el inglés. Sin embargo, y aun en las más caseras, el inglés ha contaminado el lenguaje de bastantes colegas al extremo de que muchas expresiones se dan de patadas con el diccionario de la RAE e incluso con ese español y sus variantes que hablan de un modo u otro los quinientos millones que lo empleamos. Se trata de un spanglish que algunos parecen usar para acreditar una formación «globalizada», aunque pueda sonar a lo que hablarían esos que han cruzado de tapadillo la frontera de Méjico (por aludir al post anterior, sobre las dichosas fronteras) para alcanzar la tierra de promisión.
Me dediqué hace un tiempo, durante uno de esos congresos y junto a mi amiga y oncóloga Belén Ojeda, a anotar algunos ejemplos. Está el «approach», el «target» como objetivo, se implementa cualquier cosa y no se solicita una beca, sino que se «aplica», cuidando de que «no rompa el tiempo de delivering». Se puede crear un «task force», escribir un «paper» cuyo «racional» se base en lo que se les ocurra y, pasado un rato, el «break» para el «coffee» y de paso programar el próximo «workshop», con un «link» que se enviará próximamente.
Con semejante idiolecto, no es de extrañar que algunos de nosotros apostásemos, de ser preguntados, por elegir entre Pinto y Valdemoro, pero sin mezcla que degrada la exposición sin aportar inteligibilidad. Acabo de regresar de una reunión, ésta en inglés, y sin duda ello supone un esfuerzo adicional de atención, pero nos hemos evitado la sorna, que hemos podido dirigir en exclusiva a algunos de los contenidos. Además, uno de los conferenciantes hizo un comentario, atribuido a Winston Churchill, que me despertó mayor interés que su ponencia. Traducido, sería algo parecido a «Por muy buena que parezca la estrategia, de vez en cuando convendría echar un vistazo a los resultados». Se refería a la investigación clínica, pero de inmediato se me apareció Rajoy, Guindos, Montoro y Bauzá el de aquí. ¡Lástima que no estuvieran presentes! Podríamos haberles interpelado, a propósito de la sentencia, aprovechando el tiempo que se ofreció para la discusión, aunque se habrían salido por la tangente como acostumbran y por cuestión, también, de estrategia. En su caso, la del felón.
Difícil no caer en este lenguaje lo tenemos los trabajadores del sector aeroportuario: checkin, boarding, delay… La última que he oído -como turista, sin embargo- fue en el aeropuerto de Orly, este verano: personal del mostrador de facturación, hispanohablantes, comentaban cómo debían «estopar» al pasaje (del inglés stop!!) justo antes de que llegase a determinada línea etc
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Esto de «estopar» suena más a darles una manta de…
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