Siete horas y más de 400 preguntas es lo que debió tragarse la Doña, el pasado sábado, a cambio de poder declarar (dijo su abogado, Sr. Roca) y demostrar lo igualitario de la Justicia. Declarar acerca de un fraude sobre el que el 50% del matrimonio implicado -es decir, ella- no sabía de la misa la media, cegada como ha estado por el amor y también por unas luces más bien escasas si hemos de creer su versión de los hechos.
Y no diré que bien está lo que bien acaba, aunque según un afamado jurista se ha tratado, la de la Infanta, de una importante y definitiva deposición. Supongo que, más que deposición como sinónimo de declaración, se refería a que hay cagadas que devienen en hechos históricos.
En cualquier caso y aunque el asunto no tenga visos de terminar a gusto de la mayoría, convendrán en que poner un punto y final a lo que ha sido el interrogante de los últimos meses, es decir, si bajaría la rampa en coche o andando, provoca un suspiro de alivio. Por cierto: fue en coche y, ¡válgame el cielo!, es lo único que nos mantuvo en vilo según he podido colegir.
Naturalmente que, si me apuran, pueden apuntarse otras cosas amén de rampa y defecación. El hastío de una ciudadanía consciente de que comerá durante muchos días más de lo mismo. A saber: todo un infundio sobre la Infanta; fantasías e infamias a tal extremo que, de ser una niña, el fiscal habría hablado de infanticidio. Pero no lo es y todos inferimos que, más allá de las fumarolas, la infección afecta a toda la familia. ¡Qué infestación de efes, verdad? También hay quien supone que Fanta cerrará aun faltándole el «in»,
y los Duques del Infantado podrían renunciar al título por no verse contaminados, aunque yo lo veo improbable. Tanto como renunciar al ducado de Palma por cuatro perras que es, a fin de cuentas y por seguir con la efe de Infanta, el fistro vaginal, que diría Chiquito de la Calzada.
La única evidencia (sobre su culpabilidad no hay al parecer ninguna) es que, resuelta la duda del paseillo, quedamos ayunos de emociones de no ser que el Rey anunciase dentro de poco la dimisión. Individual o, mejor aún, de la familia al completo. Que se diesen el piro a cualquier paraíso fiscal para disfrutar sin cortapisas ni juez Castro que les de el coñazo. Pero no lo creo. El momio de que disfrutan bien vale una deposición. O las que hagan falta.
Eso, eso, dimisión, pero de todos. A tomar viento.
Lo primero que se vayan de aquí, y que devuelvan Marivent a Mallorca. Urge.
Y que conste que nuestro hastío lo han provocado ellos mismos: una monarquía capaz de republicanizar a una ciudadanía, que, en algún momento, le tuvo cierto respeto. Y en tiempo récord señores. Menuda imagen se han creado, ellos solitos.
Por cierto, muy buenas algunas pancartas de los balcones enfrente de Juzgados.
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Pues sí, efectivamente. Se han deteriorado sin precisar de ayuda alguna. Otra cosa distinta es que, siquiera por dignidad, hagan mutis por el foro. Lo dudo.
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Ni de coña.
A Zarzuela a contar la aventurilla, y luego a Ginebra a seguir living la vida con su “querido esposo”.
Y calladitos todos hasta que pase la tormenta. Lo que opine la ciudadanía ahora, ya se les olvidará…
Luego vendrá una oportuna campaña (apoyada por medios gubernamentales), de Monarquía is beatiful and more. Que luego veremos, a ver si se entienden el juez y el fiscal y nos libramos un poco….
Dignidad, ninguna.
Tiempo al tiempo. Mi esperanza: que se vayan (al menos de Mallorca, que es lo que más me interesa).
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