El servicio que prestan ha de estar sometido a una regulación específica porque, para el usuario -y me refiero sobre todo a los ciudadanos de las islas, Baleares o Canarias-, no existe alternativa. Y no es equiparable llegar al destino en una hora que hacerlo, con suerte, en un día. A falta de AVE o autopista, dependemos de su buen hacer para unos traslados a veces imprescindibles, así que no es mucho pedir un algo más de responsabilidad por parte de los poderes públicos. Y de los implicados cuando se plantean (aunque disfracen sus motivos) la defensa de una prebendas ya de por sí escandalosas.
En estos días, la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca se ha opuesto al sobreseimiento de una huelga ilegal de controladores que tuvo lugar durante el Puente de la Constitución en 2010 y paralizó el tráfico aéreo. Pese a que no suelo compartir los planteamientos de los hoteleros, en esta ocasión los suscribo. ¡Porque ya está bien! Ya está bien de que pilotos o controladores escojan fechas señaladas para unas reivindicaciones económicas que, vistos sus sueldos, han de defender con la boca pequeña y grandes dosis de disimulo. Pero además de vergonzosa, su actitud roza lo miserable porque toman a los viajeros como rehenes y punta de lanza, sabedores de que, en algunas geografías, no tienen alternativa.
Después, adujeron depresión (al parecer colectiva), otras elipsis de parecido jaez y una grave afectación emocional por la sobrecarga de trabajo que, sorprendentemente, afectó a todos y el mismo día. ¿Por quién nos toman? Si lo importante es el camino y no la posada, como aseguraba Cervantes, imaginen si ese camino es, además, el único posible y tan irrenunciable para los isleños como para un enfermo el servicio médico. Luego se saldrán por los cerros de Úbeda para salvar la cara aunque, desde luego, si yo hubiera debido desplazarme por un asunto de vital importancia -conozco a quien le ocurrió-, su cara sería, aún a día de hoy, mi objetivo. Se trata en suma de un gremio excelentemente remunerado, con la sartén por el mango o eso creen y que, a tres años y medio de su última jugada, podría irse de rositas aunque, desde luego, sin consenso alguno. El castigo legal no sería en su caso represalia sino docencia para el porvenir. ¡A ver si aprenden!
Gobernaba el PSOE (es un decir) y un tal Pepiño Blanco ejercía como Ministro de Infraestructuras, cuando los controladores pusieron el país patas arriba. Se les amenazó con el ejército, con la cárcel, con las plagas de Egipto y con una suegra libidinosa, pero no constan los efectos. Somos un país paradójico. Unos menos-que-mileuristas hacen huelga y todo Cristo les afea la conducta. Unos futbolistas millonarios hacen un plante y son hérores. Incluso se llega a pedir el indulto para un chorizo convicto porque era presidente de un club de fútbol y para un extorero borracho porque el muerto se cruzó con quien no debía.
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Este país es una amalgama de corrupción y paradoja que, ya horneado, no creo que tenga remedio.
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