FESTEJOS Y LUMINARIAS

El jolgorio, el festejo y ahí me las den todas, parece de perlas porque darle una alegría a cuerpo y espíritu nunca viene mal, sobre todo en los tiempos que corren. Sin embargo, el asunto se complica de preguntarnos cuánto vale la zarabanda y quién corre con los gastos. Si bien existen los goces íntimos sin necesidad de aflojar la mosca, y relajos varios por cuatro perras, en ocasiones pueden valer lo que no está escrito y es entonces cuando el tema da siquiera para el comentario. En esta línea va la reflexión y es que, como bien apuntó el poeta Brodsky, junto al aire, el agua, la tierra y el fuego, el dinero es la quinta fuerza natural con que el hombre ha de contar con mayor frecuencia. Mal que nos pese.

Por eso traigo la pasta a colación. Y no precisamente para festejarla. Esa quinta «fuerza natural», en manos de unos cuantos, está arruinando -y nunca mejor dicho- la vida de muchos; de ahí que cuando se trata de dineros públicos, los que se obtienen con base a meter la mano recaudatoria en los bolsillos del contribuyente, las Instituciones debieran tener mucho cuidado en cómo los gastan. Porque de la inversión a la dilapidación hay sólo un pasito. He leído hace pocos días que el entregado para sufragar, siquiera en parte, alguna que otra fiesta popular, no ha sido en un par de casos debidamente justificado por las correspondientes Asociaciónes de vecinos, lo que sumaría, a la dudosa oportunidad de ciertas subvenciones, una estafa de los receptores juerguistas.
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Pero más allá del delito, ¿no creen que va siendo hora de que quienes estén por perseguir a un becerro o hacer una paella en la plaza del pueblo, lo paguen a escote? Y lo mismo rezaría para manifestaciones con procesión incluida o luminarias varias a tanto el voltio que, para dar la puntilla, siguen iluminando nuestra estupefación pasadas ya semanas desde que terminó la efeméride, sea Navidad o la fiesta de San Serenín del Monte. Mientras no terminen los desahucios, se mantengan bajo mínimos las ayudas sociales o anden Sanidad y Educación como puta por rastrojo; Pobreza 5mientras siga la hambrienta rebusca en los contenedores y haya niños sin desayunar, cada pasacalles financiado con nuestro dinero es una ofensa a la ética, y cada bombilla para el adorno, una bofetada al sentido común.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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Una respuesta a FESTEJOS Y LUMINARIAS

  1. Mónica dijo:

    No podías expresarlo mejor. El dinero público, para las necesidades, que las hay.
    Y el que quiera jolgorio, que se rasque el bolsillo.

    Especial mención a las fiestas que utilizan animales, o a las que cubren calles de un pueblo con tomates, mientras que en otras partes están muriendo niños de hambre. Es inmoral.

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