Hay amores múltiples: en distintos contextos, por motivos varios si acaso existen motivos para los sentimientos, necesitados o no de correspondencia, amores que son enemigos en ocasiones del libre albedrío, algunos regados con mimo y otros inevitables… Un abanico en suma, desde la pasión ardiente al que se tiñe de compasión, de difícil catalogación incluso para los que alberga o sintió un solo individuo. Los hay inmunes al paso de los años y otros fugaces, están los que duelen y los que dignifican, unos llevan aparejado el temor por su final mientras que, sin otro, volveríamos a nuestro ser natural.
Pero esta mañana quiero glosar ése que se viene encima en la madurez, te posee sin remisión y sabes correspondido a poco que hagas. Y es que el amor por los nietos se parece a la ensenada amable y sonriente de que hablaba Faulkner; a la que llegas después de una travesía siempre accidentada y por eso, también, más apreciada desde el momento en que se dibuja siquiera en lontananza. Ser abuelo lleva aparejado algún que otro dolor articular y la constatación -para algunos hombres reacios a interiorizar que los años se van sumando- de que te has vuelto transparente a los ojos de esas espléndidas mujeres que pasan a tu lado. En contrapartida te será dado, de pronto, recobrar la infancia y volver a jugar. Libre de toda responsabilidad que no sea la de ser y hacer feliz, porque para la educación o la regañina ya están los padres.
Alguien dijo que el amor se aviene mal con cierta edad, pero intuyo que el autor de la frase no había recalado junto a los nietos cuando ya se dispone del sosiego que permite disfrutar de ellos sin premuras. No es un amor cotidiano lastrado por la costumbre; no hay avidez mas que de su parte ni desengaño posible por la nuestra. Ningún jaque a la libertad y, encima, nos será dado redescubrir el candor, extasiarse a su vista e incorporar la inocencia a algunas de nuestras horas sin ser tildados de simples. ¿Puede pedirse más?
Excelente, me gusta porque de principio a fin me identifico con este artículo. Yo también soy abuelo, y es como vivir una vida diferente en la que te das cuenta de que el mundo -cuando se tiene nietos- ha de sentirse además con la maravillosa imaginación de los niños; es la segunda oportunidad que tienes de ser feliz. Te das cuenta con alegría de que el ser humano tiene salvación. Esa posibilidad late en la mirada y las palabras de tus nietos. Un abrazo de un abuelo para el otro abuelo Gustavo, de Manuel
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Manuel: es patente que tenemos mucho en común a más de la escritura. Es imperativo un encuentro presencial.
Un fuerte abrazo
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Hola Gustavo, estoy totalmente de acuerdo con tu artículo . No hay amor más bonito ni más completo, sin preocupaciones, sin responsabilidades. Mis nietos me han proporcionado mi segunda juventud y los adoro. Un enorme abrazo y sigue escribiendo cosas como esta.
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Adelita: un placer saberte cerca. Siquiera del blog.
Un abrazo
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