El previsto encuentro entre ambos líderes (liderazgos por cierto en trance de extinción y, si lo dudan, al tiempo), en próximas fechas, tiene todos los visos de terminar en nada por razones varias. Por cuestión de ceñirme a los tres párrafos de costumbre, sólo citaré alguna. En el caso de Rajoy, su tradicional encastillamiento se ha hecho explícito para la ocasión que se avecina: de soberanismos ni hablar, y tampoco de referendum consultivo el 9 de noviembre. En cuanto al presidente catalán, Artur Mas, su arriesgada apuesta ha calado en parte de la ciudadanía y aupado a un Partido que no es el suyo, así que, de encabezar la propuesta, ha terminado por ir a rastras de una ocurrencia que ya no controla.
Sobre ambos personajes sobrevuela la Patria, un abstruso concepto que ni siquiera goza de definición universalmente aceptada. No hay acuerdo sobre si es posible la pertenencia a más de una sin que ello hiera una identidad que nadie explica en qué consiste ni si podría hacerse extensiva la reflexión, cualquiera que esta fuese, al común de los mortales. Se ignora a fecha de hoy si la define el idioma, la artificiosa frontera, es el lugar en que uno se encuentra bien y a sus anchas (ubi bene ibi patria, que decían los clásicos), el sitio donde transcurrió la infancia de cada cual, se estudió el bachillerato o acaso la tierra en que está la familia, viva o enterrada. Y por seguir en la metafísica, tampoco se conoce si es factible una identidad no identitaria sin que de ello se derivara la lisis del alma para el apátrida. O, como se dice en el Ulises de Joyce, si acaso cada indivíduo es de por sí una nación.
Con esa perspectiva (de la que ellos y otros muchos podrán discrepar, ¡faltaría más!), las patrias, española y catalana, van a dialogar por boca de sus coyunturales representantes. Convendrán en que, a priori, pintan bastos. Aunque ello no sea óbice para que deseemos a ambos la mejor de las suertes si acaso pudiesen concebir una suerte compartida porque, de seguir cada quien en sus trece, lo dicho: más de lo mismo y a verlas venir, lo que supone una eventualidad que no es precisamente alentadora. ¡Como si no bastara con la que está cayendo en una y otra patria si aún están en eso tras la reunión! Y me temo que sí, que seguirán en las mismas, aunque nos insten a la calma con parecida estrategia que la empleada por la señora Bottle y su famosa cup de café con leche.
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