El año pasado y por estas mismas fechas, aludía al paripé que supone dedicar un día a patologías -y es el caso del cáncer de mama- cuya evolución mejoraría sustancialmente en su conjunto si, en lugar de propaganda para la galería, se dedicara el esfuerzo a allegar los recursos necesarios para optimizar su manejo: desde una educación sanitaria programada y evaluada periódicamente en sus resultados, al diagnóstico precoz y/o tratamiento adecuados. Se trataría de asegurar, a través de la red sanitaria pública, la adecuada financiación o en otro caso denunciar, aprovechando la efeméride, unas carencias que comprometen precisamente lo que se publicita: una alta tasa de curaciones cuando la enfermedad se detecta en fase temprana o, si ya avanzada, mejoras en la cantidad y calidad de vida merced a nuevos medicamentos.
Si en aquella ocasión me refería a estos últimos y los problemas para la prescripción debido a su alto coste, hoy quiero poner el énfasis en dos cuestiones que comprometen el futuro de las mujeres sanas, porque convendrá recordar que el cáncer de mama afectará a una de cada diez mujeres, y la incidencia, de existir riesgo genético, aumenta hasta superar el 50% en las hijas de mujeres con alteraciones en los genes BRCA1 o BRCA2. Pues bien: las dilaciones para los exámenes mamográficos en población general (se recomienda iniciar los mismos a partir de los 45-50 años y continuar, con periodicidad anual o bianual, hasta los setenta), así como las inaceptables trabas para determinar eventuales mutaciones genéticas (a través de una simple muestra de sangre) en mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama y/u ovario, dificultará el diagnóstico en fases tempranas y, en consecuencia, ensombrecerá en su conjunto las posibilidades de curación.
Bien está una campaña anual de lacitos y charlas tranquilizadoras, pero los oncólogos no debiéramos -ni estamos dispuestos- a colaborar en el mantenimiento de la situación, a riesgo de que pudiera concluirse que somos partícipes, siquiera por nuestro silencio, de un contubernio que pide a gritos algo más que el color rosa en carteles y solapas. Porque lo que se precisa no es voluntarismo y algún que otro donativo, sino el cumplimiento estricto de unos protocolos que garanticen la idoneidad asistencial desde la detección precoz. Y sabemos lo que es mejor, pero se nos hurta la oportuna financiación para llevarlo a cabo. Y de eso debiera hablarse, también o sobre todo, en el día de hoy.
O no. O estamos haciendo cancerosas a un 30% de mujeres que sin la mamografía nunca tendrían un cáncer clínico: http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMms1409003. Y encima estamos induciendo un 5-10% de cánceres por la radiación de la mamografía, cosa que no dice el artículo y ahora mismo les escribo. Porque si tienes una predisposición, por ejemplo mutado un BRCA1 o 2, o la p53 (Li-Fraumeni), la radiación de la mamografía es más cancerígena.
Y como dice el artículo, el riesgo no es hecho pensable. Es un hecho sentible. Y como emoción, es irracional. ¿Y por qué se está yendo por el desagüe un beneficio que en los antiguos estudios de mamografía era tan patente? Porque hay más sensibilización social y personal, y porque los tratamientos combinados modernos curan más y mejor. Pero, ¿quién es el guapo que detiene una campaña, si la población SIENTE que la necesita? Y no quiero que parezca que apoyo a los recortadores. Los gestores y políticos, que están recortando como bestias en sanidad y en tantas otras cosas (léase educación), están mirando si ampliar la edad de la mamografía les puede dar votos, y por supuesto, de quitar, aquí, nada de lo que hay si les puede suponer unos votos menos.
Queda servido este debate. Un abrazo cordial.
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Deduzco por tus comentarios que eres experto en el tema. Y estaría encantado de intercambiar opiniones e información contigo, pero tal vez no sea este el foro adecuado y los lectores no especialistas terminarían por aumentar dudas y perplejidad. En cualquier caso, me tienes a tu disposición, a través de mi correo, si te apeteciese seguir el diálogo. Sin embargo, y porque tal vez en el post no me haya expresado con la suficiente claridad, creo oportuno puntualizar lo siguiente:
1) En los últimos tiempos, y como bien apuntas, se ha suscitado una encendida polémica sobre la real utilidad del screening mamográfico. Como también sabes, algunos estudios relevantes (Task Force, el noruego, uno canadiense hace pocos meses…) demuestran sin lugar a dudas el indeseable aumento de falsos positivos, numerosas biopsias innecesarias y muchos diagnósticos de carcinomas in situ que, dejados a su natural evolución, no modificarían en muchos casos la supervivencia. Cierto es asimismo que en la mejora pronóstica de los cánceres de mama en estadios precoces, los tratamientos adyuvantes (quimioterapia / hormonoterapia) han tenido mayor impacto en la supervivencia que el diagnóstico precoz en población general por examen mamográfico. Seguramente también coincidiremos en que sigue en el alero precisar la edad idónea para iniciar los exámenes o la periodicidad de estos. No obstante, estaremos también de acuerdo en que el consenso mayoritario (Metaanálisis Cochrane, ACS…) apunta a que, con los matices que se quiera, el screening radiológico es, en líneas generales, beneficioso por sobre los inconvenientes antedichos.
2) Sea como fuere, la población femenina tiene derecho a ser informada sobre la determinación de proseguir o no con los exámenes para los que venían siendo citadas periódicamente y, lo que es más importante, aduciendo argumentos basados en una decisión de comité experto. Porque lo que está ocurriendo es que las mujeres esperan una llamada que no se produce, pasan meses, un año y, si se les ocurre preguntar, no serán advertidas de la controversia científica al respecto, sino que se aducirá que los exámenes llevan retraso y que tengan paciencia. Todas deducen, y los especialistas con ellas, que es únicamente el ahorro el motivo de la dilación, lo cual fomenta la ansiedad de la población «diana» y contribuye a consolidar estereotipos negativos respecto a la enfermedad (infundados si se hiciesen las cosas con luz y taquígrafos) y los gestores políticos (fundados). En resumen, que si se pretendiese disminuir las creencias sin base objetiva y ese «interaccionismo simbólico» que abona la angustia, no se está en el buen camino.
3) En lo que se refiere a ese 5% de cánceres mamarios que podrían obedecer a mutaciones de BRCA, las descendientes sanas pero de alto riesgo habrán de ser chequeadas con Resonancia Magnética, de preferencia respecto a la mamografía en estos casos y por razones que no parece oportuno anumerar aquí.
Creo que proseguir en esta tónica, si no es a demanda, sería equivocar el escenario, ¿no te parece?
Saludos muy cordiales.
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En primer lugar vayan mis disculpas si en fondo o forma he asemejado un troll, nada más lejos de mi ánimo. El invitado ha de seguir escrupulosamente las normas de la casa que visita y no desentonar.
En segundo lugar, de experto nada. Ya lo comentaba en otro foro, aprendiz de todo, experto en nada. Y menos en algo tan complejo como el diagnóstico temprano del cáncer de mama, donde toco claramente de oído. En cuatro líneas me has resituado, y es evidente que sí sabes de lo que estás hablando.
En cuarto lugar, si se me permite, aprecio que compartimos sentimiento en el mal hacer de gestores y políticos, que con recortes a las bravas están generando angustias y esperas infundadas y dañinas, e incluso, pérdidas de oportunidad de curación de este y otros cánceres.
Y por último, el tercer lugar, lo que quería transmitir. Que aunque parece que ha empezado un camino que demostrará la no evidencia de utilidad, camino que bien señalas todavía no se ha recorrido, la cita que traigo del NEJM resalta la visceralidad con que se valoran los riesgo y lo lejos que está el comportamiento de la población de las evidencias, y lo mal que van a seguir nuestros mensajes.
Con mis mejores deseos, paso a modo privado, no para proseguir un debate en el que no tengo más argumentos que los que sabes, sino para otra cuestión, privada. Un fuerte abrazo. Ramón
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Espero tu correo.
Un abrazo
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De todo esto que ayer vimos: varias asociaciones que salieron en TV a la noche apoyando al DÍA MUNDIAL DEL CÁNCER DE MAMA (la mayoría fueron de paridos políticos y de asociaciones de deporte), pregunto: ¿ese apoyo reporta alguna donación para ayuda a la investigación y/o a programas de detección, tan re-recotardos?.
Si NO hay ayuda, entonces SÍ que es un paripé, y además cursi (y seguro que caro, con tintes electoralistas).
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Un algo cursilón sí es todo el montaje, ¿no? En cuanto a las aportaciones, pues no lo sé. La Asociación Española contra el Cáncer debe tener datos… Un día de estos recabaré información, aunque la recaudación, sea cual sea, no modificará el estado actual de la cuestión.
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El cáncer de mama -en esto carece de originalidad- no tiene la misma careta en todas partes. Si lo vemos en el mundo rico, el nuestro, adopta el perfil de muy alta incidencia (y en aumento), al tiempo que su mortalidad es comparativamente baja (y en regresión). Si nuestros hábitos lo fomentan, también es cierto que disponemos de tecnología muy exitosa.
En tiempos, fueron cruciales las campañas mamográficas. Hoy, ya con tumores muy pequeños, incluso con una cuantiosa detección de tumores in situ, es poco verosímil que insistir en la MAMOGRAFÍA sea de gran ayuda. Personalmente, creo mucho más inteligente invertir en fármacos y mecanismos moleculares y en OTROS métodos de imagen, más que insistir en la mamografía, ampliar sus grupos de edad, etc.
Sin embargo, en los países subdesarrollados, directamente pobres o con grandes bolsas de pobreza, el cáncer de mama sigue siendo el mazacote ulcerado y la axila bloqueada por un forrón de ganglios. Ojo, porque ahí sí es menester que se fomente la detección mamográfica más precoz. Lo cual sugiere que el Día de Marras no tiene nada de malo, siempre y cuando en cada lugar se oriente hacia los objetivos más adecuados.
A mí recurren con agotadora frecuencia las asociaciones de enfermas. Vaya por delante que su labor me parece encomiable (a ver en qué otro tumor se ha organizado semejante ejército de currantes), pero ya llevo tiempo orientando mis charlas lejos de la mamografía. El pasado día 16 les expliqué los fármacos contra HER2 y mañana, día 21, les tocan nuevos enfoques en hormonoterapia. Las necesito yo más a ellas para que influyan en el comprador de medicinas, que ellas a mí para la trilladísima mamografía. Si hay que responder una pregunta (casi siempre la misma), se responde ¡coño!, pero ya no es NUESTRA cuestión candente. En Latinoamérica, por desgracia, sí.
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Sí es cierto, y merecería un comentario dedicado a ello, la diferencia entre el mundo rico y el menos. O pobre sin ambages. Pero no solo con relación al cáncer de mama. El Ébola da también para el análisis…
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Reblogueó esto en plb64y comentado:
Como siempre un artículo interesante y acertado. Gracias por compartir.
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Y gracias por estar ahí.
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