Como Umbral en su día, también yo fui a hablar de mi libro con esa inquietud que provocan las dudas sobre la utilidad del acto y las ganas de estar a la altura de lo que quizá esperan (si acaso, te dices un rato antes, hay auditorio que permita presumir expectativas en alguien).
No llevaba papel escrito alguno, pero sí un esquema mental de los temas a tratar hasta ese final que debería compendiar la intención de lo hecho y abriría el debate. En situaciones parecidas, uno suele cumplir como mejor sabe y, de terminar con bien, la satisfacción se mezcla con el alivio. ¡Se acabó y no ha resultado del todo mal! Es lo máximo a que uno aspira y así me ha venido ocurriendo otras veces. Sin embargo, en esta ocasión -es la primera vez en que he hablado en público de mis sentimientos, tras haberlos relatado por escrito- y conforme seguía, mayor era la sensación, gratificante sensación, de poder mostrarme sin dobleces ni pretender otra cosa que contar (no enseñar, es decir, sin magisterio alguno), con absoluta sinceridad, fortalezas y debilidades; la amalgama, en suma, de la que todos estamos hechos.
La enfermedad modifica la perspectiva de cualquiera, y analizar los altibajos del ánimo durante su evolución, me hermanó con los oyentes como nunca antes. Transitar de nuevo, pasados los años y ya recobrado, por los miedos y esperanzas de entonces, es ejercicio que pretende trasmitir a los demás tu forma de ser y reaccionar pero, sobre todo, te recuerda la importancia de un vivir que es siempre regalo. La ansiedad amplificada en los insomnios de entonces y los modos de sobrellevarla (en mi caso, con libreta y boli), la persecución de verdades huidizas o amores a los que proteger más allá del propio dolor fueron, hace unos días, remembranzas que me acercaron de nuevo a la felicidad de la convalecencia. Y los asistentes, en silencio y luego con sus preguntas, contribuyeron a hacer de ese atardecer otra aurora más de las muchas que he podido disfrutar desde aquellos días. Sé que no volverá a repetirse la magia de ese encuentro; la íntima sensación de estar en sintonía con tantos desconocidos, pero me fui con ella a la cama y todavía me sobrevuela.
No he leído aún el libro pero me alegro por tu recuperacióny estas experiencias reconfortantes Saludos Rosita
Date: Mon, 17 Nov 2014 07:33:05 +0000 To: rosita.uy@hotmail.com
Me gustaMe gusta
Rosita: ¿no es posible conseguirlo ahí, si lo encargas? En cualquier caso, dime si te ponen pegas (la editorial es Huerga y Fierro, de Madrid). Y en cuanto a mi recuperación, ya han pasado unos años, de forma que todo en orden.
Un fuerte abrazo (y otro a Guille).
Me gustaMe gusta
Leído de un tirón y sin respirar (Amazon cumplió en la entrega y una vez puesto a leer me lo he devorado como una novela de misterio). El primer pensamiento que me vino es acerca de la profundidad desde la que hablas. Transmites sentimientos puros y los documentas con una profundidad que me temo propia de otros tiempos. ¿Quedan jóvenes y jóvenas que sepan de que hablas cuando citas autores de otros siglos que no salen en la tele? Luego me has hechos sentir y recordar tanto paciente a los que veo desde la barrera, impagable la descripción de lo que hacemos cuando pasamos visita. Y un montón de pasajes tratados con humor, como el de la página sesenta y siete. Que en mi colonoscopia me tuvieron tan sedado que no sé nada de lo que pasó ni cómo. Así que si alguno-alguna se sonríe al verme por el Hospital ni remotamente pienso que me recuerde inerme y ensartado….
Cierro el libro con el vértigo de haberme asomado a un alma desnuda (duro eso, eh? aviso al lector interesado); y con la intención de repasarlo y subrayarlo para mi día a día. Un diez.
Me gustaMe gusta
Ramón: tus comentarios me parecen destinados a otro con más habilidad que la mía. Hice lo que mejor pude y, como decía Rulfo, si algo siento son remordimientos por no haber sabido hacerlo mejor. En cualquier caso, escribí como supe y, cuando uno habla de verdad, sin ficción y respirando lo que dice, supongo que se nota siquiera la sinceridad. En cualquier caso, saber que he podido trasmitirte mis sentimientos de entonces es lo mejor que podía pasarme hoy.
Gracias por leerlo y un fuerte abrazo.
Me gustaMe gusta
Gustavo, sentí no estar el día de la presentación. Creo que esos días estaba fuera y no me enteré. Enhorabuena por tu salud, por tu sinceridad, tu valentía y tu capacidad para transmitir esas vivencias tan especiales y tan duras.
He ido detrás del libro, me dicen que se ha agotado, así es que he recurrido a Amazon, espero tenerlo la próxima semana.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
En las presentaciones lo mejor que te puede pasar es acabar con bien… En cuanto al libro en sí, ¿agotado? ¡No me lo puedo creer! Eso significa que más de uno/a lo ha leído, ¿no? ¡Y yo que pensaba que a lo máximo que puede aspirar quien escribe es a poner el punto final (sobre todo para dejar de corregir…)! Deduzco que quizá no sea cierto aquello de que, para hacerse rico escribiendo, el único modo era casarse con la hija del editor. ¿Voy a ser la excepción? Siquiera para invitarte a unas aceitunas con los beneficios de las ventas…
Un abrazo
Me gustaMe gusta