Nunca tan hiriente como en estas semanas la desilusión que subrayara Chesterton con la conocida frase: «He visto la verdad y no tiene sentido». La verdad a que me refiero alude a los nombramientos y destituciones de cargos que precisan de cualificación y competencia; una vez más y tras las últimas elecciones, remedo de anteriores y similares despropósitos. Gerentes, directores generales y responsables varios de organismos e instituciones que debieran ser ajenas a los avatares políticos, son depuestos y sustituidos sin más razón que el amiguismo, compensación de fidelidades o pago de favores varios.
Roza la abyección esa inveterada costumbre de colocar, al frente de lo que se tercie, a quien no deberá demostrar otra cosa que aptitudes para la sumisión y el acatamiento. Y no podrá negarse que tal vez los depuestos ocuparon las plaza con iguales componendas, pero, ¿acaso esto va a durar por encima de ideologías, proclamas de honestidad y el buen hacer con que se llenan la boca unos y otros?
Aquello de Confucio, «Si deseas triunfar has de ayudar a otros a hacerlo», parece haberse interpretado por los responsables del reparto en el peor sentido: triunfar con base en la opacidad, y ayudar a quienes en un futuro podrían devolverles alguna que otra pelota, lo que hace obvio una vez más que el refranero no surgió a humo de pajas y vale más caer en gracia que ser gracioso. O idóneo para la plaza en cuestión más allá de una dedocracia sin explicación convincente.
Y por seguir con el refranero, a nadie le amarga un dulce, pero quienes reparten el pastel podrían siquiera cuidar de que su dedo no suplantara la profesionalidad con que pretenden vestir el oportunismo. Siquiera por estética ya que, de apelar a la ética, sería como hablar con la pared.
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see you soon
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Yo tambien me adhiero, no más que añadir a lo escrito.
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