EL PLEBISCITO CATALÁN EN CIERNES

cat 6Desde una perspectiva progresista (de izquierdas, tal vez), se hace difícil aceptar que las reivindicaciones patrias se hayan convertido de unos años a esta parte en el leitmotiv. Incluso por sobre las políticas sociales en busca del bienestar. Y que de una cosa pueda derivarse la otra, siquiera a medio plazo, no pasa de presunción más que cuestionable y que desmienten algunos hechos. Artur Mas, uno de los que alimentan el proceso, no puede presumir de que su anterior mandato (el actual se subordina al pretendido soberanismo) fuese todo un ejemplo de gestión, con una inversión sanitaria reducida en un 11%, el 12% en educación y en cabeza de las CCAA por lo que respecta a otros recortes. ¿Debido a lo que les roban desde España? Porque esa es la excusa, aunque el camino hacia el cielo tras la pretendida independencia supondría la salida de la UE, una fuga de empresas que ya ha comenzado… Problemas transitorios, aseguran con la convicción que presta la fe aunque, como cualquier fe, pueda terminar en catástrofe por lo que trae de bruma para el entendimiento.

cat 9Y no vaya alguno a decirme, de entre quienes auguran un paraíso, lo de Rajoy: que todo será cierto salvo algunas cosas. Y si fuese sincero lo que sugirieron en su día, la necesidad de una amplia mayoría, relevante, para seguir en sus trece, ¿qué entenderían por tal, a dos semanas del recuento? ¿Menos del 50% de los sufragios, según la encuesta del CIS? Porque frente a tal eventualidad y según el propio Mas, habría que optar por el borrón y cuenta nueva, aunque dudo que si ese fuera el resultado terminase de una vez por todas la película de nosotros a lo nuestro y a los demás que les den. Y es que escuchar a los ciudadanos es, tanto para Rajoy y adláteres como para los líderes de la opción secesionista, un mero recurso dialéctico sin más objeto que el de quedar bien.

cat 2cat 3En mi opinión, de lo que andamos todos necesitados -catalanes, simpatizantes o carpetovetónicos- es de regeneración política, y tanto en el Madrid de aquí mando yo, como en la Barcelona del 3%. De consensos para el progreso colectivo y de una profundización democrática, en síntesis, que tenga nada que ver con las emociones y las fronteras patrias. Entretanto, habrá que esperar al día 27, fecha en que comenzará el plazo para pagar errores, necedades y oportunismos. Centrales y periféricos. Y desde ahí, a renacer, para lo cual en ocasiones el fracaso se convierte en estímulo. Veremos de qué lado cae la frustración, aunque así, de entrada, se pueda presumir.

 

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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3 respuestas a EL PLEBISCITO CATALÁN EN CIERNES

  1. drlopezvega dijo:

    La perspectiva de «regeneración» democrática choca con un par de obstáculos. Uno, que ya existió un «regeneracionismo», en tiempos de Joaquín Costa (por aquello del caciquismo, el atraso tecnológico, etc), cuyo éxito fue cuestionable. Otro, que no hay democracia que «re»-generar, pues nunca la hubo, si exigimos que el palabro sea algo más que echar papelas huecas en urnas hueras, ayunas ambas de dignidad y decencia.

    Dicho lo cual, pues que la esperanza es virtud a preservar, la esperanza le atañe a todo Cristo. A todos los ciudadanos, quiero decir, a todos los miembros del cuerpo electoral, a todos los contribuyentes, a todos los que moran en esta patio/patria/casa/terruño, en el ejercicio indelegable de su mismidad sintiente, pensante y votante.

    Me niego a admitir que una fantasmagórica «catalanidad» signifique «renegar de las políticas del PP y la caspa carpetovetónica» o bien «tombar el franquisme per sempre», o todas esas pijadas racistas, decimonónicas, según las cuales ser catalán es más, es mejor, es algo superior y orgiástico, es la hostia. Me niego, entre otras cosas, porque en Cataluña hay la misma cantidad de hijoputas por metro cuadrado que en cualquier otra parte; porque hablar catalán no te hace más sensato ni perspicaz; y porque estoy francamente hasta los oeufs de que alguien se sienta «incomprendido» y yo deba sentirme «culpable». Alguno dice que paga de más. ¡A la fila, no te jode! Alguno insinúa que soy yo, no Pujol, quien le roba. ¡A mamarla!

    Lo último son las elecciones «plebiscitarias», una estafa intelectual en toda regla. Ya no hay programas económicos alternativos, ya no hay matices ideológicos, ni diferencias presupuestarias, ni sensibilidades sociológicas; ya no hay politicas distintas ni adversarios políticos, qué va. Ahora todos valen lo mismo, pues defienden lo mismo (¿qué?) y son los mismos (¿quiénes?). Ahora el orondo Junqueras (dizque republicano y asambleario y de izquierdas) es idéntico al xiquet Mas, de obvio despacho y catalanisme de circle d’estalvis, como ambos son idénticos al Romeva de Greenpeace y a unas cuantas señoritas Pepis que nunca se sometieron a proceso electoral alguno. Ahora, por fraudulento birlibirloque, el número 1 no es el número 1. Quina txotxolada.

    Y no saben cómo contar, si por votos, o por escaños, o por el horóscopo, o por ya veremos, no siendo descartable que las fotos de una manifa sirvan como prueba. Una manifa, dios santo, a la que van niños, y orates antisistema, y hasta policías de paisano, y hasta alguno que dentro de unos años quizá se arrepienta y diga que jamás estuvo, mientras otros jurarán en falso haber estado. Como los asistentes al funeral de Franco. Fue una fila de mentirijillas, porque nadie estuvo; estaban todos en la cárcel.

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  2. Bueno: esto no es comentario sino digresión y por lo tanto, no caben dos líneas como respuesta. En cualquier caso, conviene leerlo como el post: opinable según la deriva de cada cual. Me gustaría leer distintas percepciones al respecto, porque el tema da para mucho y más (No Mas, de Artur, que ése se basta solito para convertirse en monotema).

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    • drlopezvega dijo:

      Ya siento haberme alargado. La idea esencial, en realidad, es muy simple. Estoy hastiado de la acusación de poseer un cerebro insuficiente para enjuiciar el «hecho catalán».

      No lo soy por cuna ni por lengua, no vivo allí, sin duda padezco manifiestas carencias neuronales, es decir que no lo entiendo. Como no lo comprendo, lógicamente no puedo albergar (ni exponer) ninguna opinión sensata. Tengo que abdicar en «ellos», los cursis de la «desconexión». No cisma, escisión, ruptura, separación, no: solo «desconexión», como de una clavija eléctrica saliendo de su enchufe.

      Hastiado de que denunciar los manejos de Pujol me haga gemelo de Aznar. Pues no, señor, ambos me parecen abyectos: demagogos en su propio favor y muñidores de choriceos a mi costa. ¿Plebiscito, dices? Parafraseo al gran Fernán Gómez: «¡A la mierda!»

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