Nosotros huímos del problema que ellos representan, de sus motivaciones y posibles soluciones, para ser presa de las contradicciones. La actitud europea se me figura parecida a lo que supondría frente a una epidemia, a una infección con resultados muchas veces letales, pasar por alto la etiología; no actuar sobre los agentes causales y, de ser mosquitos los vectores, nada de fumigar o atender a las charcas donde se reproducen. Tampoco tratar a quienes han sido picados salvo con cuatro aspirinas (los antibióticos son más caros) y limitarse a colocar telas en algunas ventanas para dificultar la entrada; del mosquito o de los infectados las más de las veces.
Cuatro millones de sirios desplazados y miles (Irak, Afganistán…) diariamente, en una diáspora que no entiende de fronteras políticas ni marítimas. Por acá, el inicial buenismo y, al poco, miradas en derredor o cumbres (viene a ser lo mismo) por ver si surge alguna idea operativa. Entretanto, acoger a unos cuantos, aunque de superar un número razonable habrá que pensarlo dos veces y, por seguir con el símil de la epidemia, cerrar algunas ventanas.
En este caso, intentar interceptar en alta mar a los barcos mafiosos que trafican con ellos (los afectados, que no los mosquitos, tan campantes) sin considerar que, en aras a salvar sus vidas, mejor el barco grande que la patera o el botecillo de goma. Aunque eso sí: de aparecer niño ahogado en la playa y parecido a los nuestros, un coro de lamentos.
De haber petróleo, gas o coltán en las zonas infectadas, el mosquito lo iba a tener mucho más crudo y con seguridad no picaría a diestro y siniestro poniendo en solfa los beneficios. Pero si se limita a los habitantes y no hay subsuelo del que sacar nada, será suficiente con cubrir el expediente sin actuar en origen con determinación.
Por lo que respecta a la tierra de promisión, aquí no va a ser posible tratar a todos los que podrían aparecer, de modo que meter mano a los mafiosos que los transportan puede ser la mejor -y más barata- alternativa. Después, podría actuarse sobre quienes vendan allá botes neumáticos o salvavidas. Y si vienen nadando y la marea deja algún que otro cuerpo en la playa, siempre podremos aliviarnos la conciencia con unas lágrimas.
No hace mucho, era habitual en nuestros saraos veraniegos un pájaro llamado Kachogui -o algo parecido-, que se jactaba de ser el mayor traficante mundial de armas. Nadie le afeaba su conducta, naturalmente; más bien se lo rifaban para dar lustre al fiestorro, siempre en discotecas muy oneroso-pijas.
Pájaros como este siguen haciendo el agosto, vendiendo armas a gobiernos y a guerrillas, a sátrapas y a redentores, a amigos y a enemigos, da igual, para que los cebollazos dejen su beneficio independientemente de a dónde se dirijan o sobre qué cresta caigan. El cebollazo, para el que se lo trabaja.
En Siria se ha reproducido el modelo. El Asad tiranizó a su pueblo durante años con armas nuestras. Era un cabrón, vale, pero no dio problemas hasta que a algún estratega se le ocurrió financiar al «Estado Islámico», comprándole petróleo y vendiéndole las consabidas armas. El negocio es redondo: vendes armas a uno y a los otros, así que te da igual quién venza o sea derrotado.
Y en esas, con las casas hechas un Cristo, la gente empieza a deambular por desiertos, montañas, estrechos y praderas, pagando buenas sumas a los canallas de siempre. Los que les embuten en camiones sin ventilación, para asfixiarlos en un arcén perdido en medio de la nada austriaca.
¿Hay solución? De ninguna manera. No hay solución porque no hay la menor intención de modificar el panorama moral. Kachogui, o algo/alguien parecido, seguirá bebiendo cubatas en la cubierta de yates atiborrados de piculinas ligeras de ropa. Con el beneplácito de la autoridad civil, por supuesto.
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¡Ay, el negociete…!
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El tema de la inmigración siempre me ha tocado bastante la moral , como emigrante que he sido, se lo que es que te miren por encima del hombro y tener que demostrar constantemente que vales tanto como los nativos, más aun en los años ’70 donde los/as españolitas valiamos lo mismo para limpiar que para recoger vendimia, pero casi nunca nos imaginaban en sus universidades, conservatorios, o escuelas de idiomas, de hecho eramos muy poquitos, una rareza, era incluso bastante deprimente encontrarte con gente de otros paises que ni siquieran se imaginaban que España tuviera islas en el mediterraneo.
El caso es que entiendo la necesidad de esta gente por sobrevivir y encontrar un lugar en que poder sacar a su familia adelante sin tener que dormir con un arma bajo la almohada o no dormir para que lo puedan hacer sus hijos y ellos estar atentos a los posibles avisos de bombas si hay suerte sino, al estruendo que forme la destrucción de las casa de tu barrio antes de que lleguen a la tuya.
Y si, es cierto , si en estos paises ademas de bellos monumentos, ahora ya inexistentes, que daban fe de una cultura avanzadisima para su tiempo, hubiera algo como el coltrane, seguramente otro gallo cantaría, aunque ya sabemos lo que acontece en esas explotaciones,¿no?.
Lo que tengo claro es que ha nadie le gusta huir de su lugar de nacimiento, si viajar, pero huir, jamás.
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