Ya estamos con que la biología pueda resistirse a obedecer el mandato del reloj, aunque esto no pase de presunción empírica. En la madrugada del próximo domingo lo retrasaremos una hora (a las 3 serán las 2), pero en unos meses volveremos a adelantarlo y, con esas idas y venidas, no es de extrañar que la edad de cualquier hijo de vecino siga su curso, a largo plazo, sin inmutarse.
No sé cuál es la utilidad cierta de los cambios horarios y si la economía empresarial se beneficia de llamar a las horas según convenga. Doctores tiene la Iglesia y sin embargo, por lo que a nuestro cuerpo sandunguero respecta, quizá dejarse de saltar atrás y adelante, en otoño y primavera respectivamente, para decidir de una vez por todas dar el jaque definitivo a la vejez y hacer operativo lo que todos quisiéramos, parece lo adecuado.
A la postre, ¿no es la virtualidad lo que prima? Pues a por la juventud que, en esa línea, no estaría nada mal. Supongamos que nos aplicásemos únicamente en retrasar las agujas a partir del domingo, y con más frecuencia de la que nos imponen gentes incapaces de ver más allá de sus narices. Atrasar una horita al mes. O a la semana, para empezar y si así lo acordásemos. 
¿Cuándo cumpliríamos un año más? Podría ser a los 13 meses en lugar de doce y, de aplicarnos, a los 18, 24… Puestos a manipular el crono, podríamos incluso rejuvenecer con base en mover las agujas a la velocidad requerida. Es sólo cuestión de ponerse a ello colectivamente y, para evitar que aparezca el contestatario de turno, por imperativo legal. Me seduce más que una subida de impuestos, así que vamos a ver si cuaja la idea en algún programa electoral de los que se avecinan; siquiera el de esos nuevos Partidos que llaman dinosaurios a los tradicionales, tal vez porque ellos ya están con las manecillas a vueltas, a diferencia de la casta vieja. 
Lo cierto es que restarse años parece más fácil que cambiar el mundo como preconizan y, a diferencia de ello, al alcance de cualquiera. ¿Probamos? El domingo podría ser sólo el principio de un mundo nuevo, porque si hemos de esperar a las elecciones del 20 de diciembre… Por cierto: podríamos traerlas más acá. Con solo mover una ruedecilla y salimos ya de dudas…
Contar es vivir (te) 
Por querencia de Franco a las potencias del Eje (entonces no se llamaban «del mal»), nos alineamos con Berlín y no con Greenwich, como solíamos. No sé qué consecuencias habrá tenido ese capricho, pero en fin, capricho fue.
Como capricho es eso de adelantar y atrasar la hora, por un dudoso «ahorro energético» que en todo caso habría que contrapesar con el «tocapelotas humano» correspondiente. (Como sandez cósmica fue aquello del «efecto 2000», cuando se inventaron la pepla de que se iban a detener los respiradores en la UVI, y no se cobrarían las pensiones, y los aviones se darían más hostias de lo normal, etc. Hasta películas hicieron con esa monserga milenarista.)
Mi abuelo sostenía que, previendo la muerte de Franco, «la derecha y el clero amasaban otra guerra civil». No sería cierto, pero desde luego que hay un contubernio para no dejar al ciudadano en paz. ¿Es que ni en el asilo nos darán las sopas sin sobresaltos?
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Aaah, utopía, utopía……..
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