La IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) emitió recientemente un comunicado para advertir del riesgo que supone el consumo de carne roja (no hay definitivas evidencias) y procesada: bacon, embutidos… Indican que su excesivo consumo favorece la aparición de cáncer de colon, aunque van más allá y extienden su negativa influencia a otras neoplasias: de páncreas o próstata.
Con independencia de matices y rigor del metaanálisis que divulgan, habría sido oportuno que, en paralelo, se atendiese al lenguaje empleado y el previsible impacto de la noticia sobre la población general, con escasa formación respecto al tema y, en consecuencia, propensa a exagerar. Tal vez poner el énfasis en las altas cantidades que se precisa ingerir para que el efecto carcinógeno sea real, así como precisar el tiempo de consumo, poblaciones estudiadas y eventuales discrepancias entre los distintos estudios prospectivos -que las hay-, habría quitado hierro al tema y proporcionado argumentos para situar el tema en un contexto adecuado para los consumidores. Por otra parte, incluir cánceres de distintos órganos, de etiología e historia natural tan dispar como el cáncer de páncreas y el de próstata, induce a poner en cuarentena las conclusiones y el respaldo científico de siquiera algunas de las inferencias.
A estas alturas, la IARC debiera conocer el sensacionalismo con que pueden los medios propalar sus análisis, así que, aunque sólo fuera por ello, cabría exigir mayor cautela. Se conocen las ventajas de una dieta sana y equilibrada (la mediterránea es buen ejemplo), el peligro que comporta cualquier exceso y las ventajas de ese equilibrio que, por lo que hace al comunicado en cuestión, se echa en falta.
Y es que las advertencias precisan también de sentido común, máxime porque no es la primera vez que se peca por exceso: baste recordar la alarma propiciada por la OMS respecto a la virulencia de la gripe H1 N1 (Gripe A) y la mortandad que se preveía, aunque finalmente no alcanzase siquiera la que suele provocar esa gripe estacional que nos visita cada año. En resumidas cuentas y respecto al consumo de carne, ni el tema daba en mi opinión para tanto ni el modo de tratarlo ha sido el adecuado.
Ha sido alarmista y mal estructurada, basada en un estudio que no clarifican. Poco profesional. Una metida de pata. Además, no tiene validez externa.
¡Mira que meter en el mismo saco las hamburguesas y los hot dogs, que se comen a toneladas, con el jamón pata negra! Acabáramos.
Aquí, en España (y también Italia), cada provincia, y casi cada pueblo si me apuras, tienen su carne procesada típica. Una afirmación de la OMS así puede dañar mucho a los que se dedican a ello. Y destruir tradiciones gastronómicas milenarias ¡que los yanquis no tienen!. No se enteran de ná.
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Efectivamente. A más de científicos si es el caso (que ya no estoy seguro), no vendría mal que contasen con psicólogos y sociólogos para que diesen forma adecuada a sus divulgaciones. ¡Vaya tropa!
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Lo que no puedo entender es ¿ a que estamentos beneficia esta alarma repentina?
Siempre se ha dicho que en la justa medida de lo que ingerimos es donde se encuentra la salud, por lo tanto tambien deberían de haber metido miedo con las cantidades de mercurio que ingerimos cuando consumimos pescados de tamaño grande o en la cantidad de pesticidas que se pueden acumular en nuestros tejidos al ingerir verduras que no se sabe bien si han pasado el tiempo necesario de seguridad despues de su fumigación y posterior puesta a la venta.
No creo que en un pais como el nuestro donde la alimentación tradicional esta intentando recuperarse, no digamos ya la mediterranea, esta información vaya a deteriorar a largo plazo la venta de productos cárnicos, ahora eso si, quizás deberemos estar más atentos en caso de que se implante el tratado del Pacífico, pues tengo entendido que ayende los mares el Clembuterol, y otros, están a la orden del día.
¡Viva la cocina tradicional !
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Siento el error, » allende», a veces corren más los dedos que el cerebro.
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No tienes la exclusiva de los errores ortográficos, no te preocupes. En cuanto a tu comentario, absolutamente de acuerdo. Ya pueden temblar las pescaderías como a la IARC se le ocurra meterse con la merluza, por un decir…
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Recién se afirma que la esperanza de vida de los españoles (quienes, como todo el mundo sabe, apenas comen cerdo) solo cede ante la de los japoneses. No comemos cerdo en ninguna de sus edades ni variantes, ni cocidos, ni lechazo al horno, ni paellas pantagruélicas, ni marisco -sube el ácido úrico-, ni mantequilla -sube el colesterol-, ni asadurilla, mollejas u otros mondongos.
Lo nuestro es la vichisoise, el sopicaldo de cardo mariano (no es indirecta) y el extracto semilácteo de avena semicruda. Eso es lo que nos hace vivir tanto. Lo saben los de la OMS tanto como lo sabía mi abuela.
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