Creo recordar que, algún año de los pasados, me referí al fútbol desde este blog, aunque haciendo explícito mi propósito de no volver sobre un tema del que procuro mantenerme lo más alejado posible. Sin embargo, voy a retractarme porque es de no creer el empeño de las radios durante los fines de semana (todas las emisoras sin excepción, entre las que suelo sintonizar), por no dejarnos otra salida, a quienes estamos fuera de esa onda aunque sólo fuese por salud mental, que la paciente espera del lunes con el receptor del coche o la mesilla de noche apagados.
Tardes y noches de sábados y domingos, todas, han sido parasitadas en exclusiva por el popular deporte, sin alternativa alguna para aquellos -los hay- que desearían siquiera poder elegir entre distintas posibilidades. ¿Han reparado ustedes en la pobreza que exhiben las cadenas de TV en llegado el atardecer, y no me refiero sólo a Tele 5? Pues comparadas con cualquier emisora de radio, son una fiesta para la diversidad.
Y no me apoyaré en Borges (quizá lo haya hecho cuando me referí en su día al balonpié) y su hipótesis sobre la relación entre pelota y estupidez, pero retrasar hasta la siguiente semana todo lo que no sea darle al balón se me antoja excesivo. Y es que, aun aceptando que la información es poder y en consecuencia cuanto menos se nos ofrezca mejor les irá a los de la sociedad del espectáculo, la alienación que pretenden, dos días de cada siete como poco, sobrepasa la estrategia de dominio para convertirse en insulto.
Bien está que se vocifere en los Estadios, plazas y bares (excepto, en el último caso, para los vecinos de arriba), pero ello no debería suponer hacer tabla rasa para cualquier otra novedad que no sea la de ver reiteradamente corretear a unas docenas de adultos. Por más rentable que sea para quienes están en el rollo. Nada de opiniones con fundamento a través de las ondas, debates, espacios para el conocimiento y noticias sobre asuntos varios. En fin de semana no hay otro asunto que el mencionado y si se le ocurriese a alguien, hastiado el domingo por la noche, escuchar Radio Nacional, pues oirá de toros, patrimonio cultural donde los haya. En conclusión: una vergüenza aunque, a lo que parece, con el tiempo también el sonrojo será historia y si lo dudan, díganme de un solo político que se haya puesto colorado por algo que no sea la emoción de ver a su equipo marcar.
¡Y cómo berreanl! Ni los cochinos por San Martín, al avance inmisericorde del matarife. Repiten «gol, gol, gol» treinta veces, como imbéciles, a grito pelado, como perturbados, y lo rematan prolongando la «o», así, «gooooooooooooooool», como tontainas en asfixia. Y luego lo discuten ad nauseam entre 4 o 5 supuestos adultos, que al parecer gozan de todos los derechos, incluido el voto, Alguno hasta tiene hijos…
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Y no hay que perderse las entrevistas a jugadores o entrenadores, repitiendo lo mismo hasta la extenuación (la nuestra). «Ahora hay que pensar en el próximo partido», «esto es fútbol, como ustedes saben»…
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A un servidor le gusta el fútbol. Le gusta el deporte «fútbol», quiero decir, esa esgrima colectiva que se juega con los pies -cosa realmente chocante- y en ocasiones roza la filigrana cordobesa -en ocasiones raras e inexplicables-.
Pues bien, gustándome el fútbol, afirmo rotundamente que los plumíferos (bocachanclas), los radiomacutos al uso (vociferarios), por supuesto los hinchas, incluso los futbolistas y los entrenadores, NO hablan de fútbol. Hablan de mamonadas que no tienen nada que ver con el deporte, sino con territorios más o menos «afines» a lo que ellos «entienden» como fútbol, que en general es nada, o al menos nada de tufo deportivo o conceptual.
Un verdadero amante del fútbol no quiere ganar siempre y a toda costa. Un verdadero aficionado no quiere ver a tramposos fingiendo lesiones, a árbitros compravendiendo partidos, a ladrón/presidentes dando pelotazos urbanísticos, ni a periodistas chungos ciscándose en toda moral. No le importan una mierda las novias de los futbolistas, ni las milongas de los políticos. Un amante del fútbol jamás, pero jamás, hubiera hecho «marqués» a Del Bosque (¡manda huevos!), ni le reiría las gracias a los graciosete-canallas que del fútbol hacen un esperpento, cuando no un fraude.
Dicho lo cual, los juligans, que se jodan: tienen lo que merecen. Son un rebaño de papanatas y les tratan como lo que son: un puto rebaño de macarras pretenciosos. He dicho.
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Ni que decir tiene que en las familias donde hay variedad de gustos la cosa se puede poner peliaguda si no existe un entente cordial sobre la importancia de lo que uno quiere ver.
Soy fan del patinaje artístico y lo hemos tenido peludo para poder disfrutar de el, aún habiendo ganado un español, y debo decir que no hubo quejas por parte de ningún futbolero en mi casa
pues ellos reciben su ración de deporte hasta la saturación, y el cambio de aires creo que incluso les gusta, además luego hace falta saber si es importante el partido de turno como para perderse algo que a todas luces es mejor , como fue el caso.
En el caso de la radio debo decir que estamos abonados a la música clásica en casi todas las cadenas donde es emitida, hay una que me niego a escuchar, y si no sobrepaso el limite en decibelios, no hay quejas por parte de mi familia pues ya saben que necesito ese tipo de música para cargar las pilas de toda la semana. Solo una pregunta, no teniendo vecinos,¿ no suena mejor un Dvorak, un Beethoven o un Rymski-Korsakov a un cierto volumen, no exagerado, que de una cierta impresión de sala de conciertos? En fin manías que tiene una.
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Yo lo haría extensivo a la TV, en especial a los informativos.
Al salir del trabajo, a las horas que llego a comer a casa, me gustaría escuchar las noticias mientras como. Pero es la hora del fútbol, un poco de deporte en general y rapidito, pero San Fútbol.
Con comentarios idiotas y vídeos chorras de relleno cuando no hay bastante condumio futbolero para rellenar la casi mitad del tiempo del informativo que le dedican: miren la cara del árbitro, se metió el dedo en la nariz, etc. ¿Cómo pueden creer que somos todos igual de cretinos?
Y al hilo del futbolerismo, también me exaspera tener que enterarme de los gooooooooles por los alaridos que se escuchan a través de las paredes del edificio o desde la calle.
Sí, el mundo lleno de imbecilidad futbolera.
Y de radio, escucho Radio 3.
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