CORTES PUBLICITARIOS

anuncios 8De ciudadanos, transformados en potenciales clientes merced a un contínuo bombardeo propagandístico; una realidad a la que es imposible hurtarse.No hay lectura, documental o consulta a través de la Red que no se vea interrumpida por las propuestas de compra más variopintas y así, la explicación sobre la crisis brasileña o de Ecuador, por un decir, puede coexistir con la súbita aparición de cualquier crecepelo y sus ventajas; el drama de los emigrantes andar trufado de electrodomésticos a buen precio y, la revisión de un trabajo científico, alternar con súbitas e inesperadas ofertas para viajar a San Serenín o las Bahamas. Con esos mimbres, a la ocurrencia que Josep Ramoneda escribió en su día: «Dios me libre de la comunicación, que de la propaganda ya me libro yo», sólo cabe responder con el hartazgo de un «¡¡Estás que sí!!».

Nunca como ahora se había parasitado distracción o información hasta convertirla en soporte de mercancías. Y la manipulación de los medios, haciéndonos objeto de negocio queramos o no, mañana será aún peor. anuncios 3Pero si redes virtuales o emisoras de radio son buen ejemplo de lo dicho, lo que sucede en televisión merece comentario aparte, porque una cosa es entender e incluso aceptar que pretendan comernos la cabeza con la publicidad, y otra muy distinta que estemos condenados a asumir sin rechistar la colaboración de cadenas y anunciantes para airear hasta la extenuación perfumes o microenemas en el momento más inoportuno, cambiando el placer de un buen reportaje, entrevista de actualidad o una película lograda, por esa irritación que nos invita a apagar el receptor, lo que ocurre con frecuencia.anunciosY no es tanto la frecuencia de los cortes o la duración de estos lo que revela un absoluto desprecio hacia el televidente, sino el momento elegido para hacerlos: tras una pregunta de cierto interés por parte del entrevistador (caso de la Sexta, pongamos por caso, retrasando varios minutos la respuesta mientras se nos intenta convencer de que no hay compresa mejor que la anunciada) o suspendiendo la intriga en el momento álgido, con absoluto desprecio a los televidentes. ¡De bochorno, vamos! anuncios 6Y no les quiero contar cuando, a punto el huracán de hundir el barco, tiene lugar la pausa y aparece Rafa Nadal, la voz impostada, para decir: «Mapfre salud: tu Compañía». Lo cierto es que, tras conocer de primera mano cómo cubre la enfermedad esa Compañía, preferiría cualquier otra para la velada y el gin tonic pero, ironías a un lado, ¿cuándo un reglamento que ordene definitivamente el tema? Porque la falta de respeto con que nos tratan es ya la regla y alguien debería tomar cartas en el asunto para situar la propaganda en tiempo y modo adecuados. Como se pretende con retratos y símbolos de épocas pasadas y que, por cierto, a día de hoy molestan menos. Sin embargo, ¡con la pasta hemos topado, amigo Sancho! (si acaso entre los lectores hay alguien llamado así), de modo que previsiblemente, y cuando el corazón en un puño por la peli, ¡depilación! O cómo limpiar las manchas del fregadero.

 

 

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
Esta entrada fue publicada en Actualidad económica, Opinion, Televisión y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a CORTES PUBLICITARIOS

  1. drlopezvega dijo:

    A mí, de la publicidad, más allá de su malsana intromisión, me intriga que aún sirva para algo. La mayoría de los anuncios (ahora les llaman «inserciones», «consejos», etc) parecen hechos por idiotas para idiotas, o son de un palmario primitivismo: una chica de buen ver junto a un coche caro, por ejemplo. Observo que El Corte Inglés se gasta un pastón en anuncios -y lo hará por algo, supongo-, pero resulta que Zara no, y tampoco parece irle del todo mal, jejeje. Lo cual que los anuncios bien pudieran ser una rémora inercial, una costumbre, un hacer por hacer solo por deshacer. No sé a qué esperan para seguir el ejemplo de Zara. Mientras tanto, acabo de ver una película («Joy») que arroja luz sobre el asunto.

    Me gusta

  2. Sin embargo, basta con percatarse de la influencia que tiene la estupidez (estoy pensando en la medicina alternativa, en productos cuya eficacia nunca se ha demostrado, en sugerencias que rozan la ridiculez) para concluir que algún resultado sí obtiene la publicidad sobre determinados colectivos.

    Me gusta

  3. Hace pocos dias he comenzado un sitio web, la información de tu blogg me proporciona mucha ayuda. Gracias por todo tu tiempo y trabajo.

    Saludos

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s