Cada cual tiene su idiolecto: su propio repertorio verbal, referido a las más variadas cuestiones. Como resultado de la procedencia geográfica, la época que nos tocó vivir y sus modismos, tal vez lo escuchado a los padres en la infancia, consecuencia de la formación específica y otras muchas variables, la forma de expresarse dice de uno y permite individualizarlo. Cierto es que no todas las palabras están al alcance de cualquiera y la precisión que pretenden algunos hablantes no siempre corre pareja con la claridad; no obstante, nombrar es -dijo alguien que no recuerdo- el mayor consuelo del hombre. Y si encima le viene a uno esa inusual palabra que oyó a su abuelo tiempo atrás, no estoy seguro de que el interlocutor la disfrute pero, sin duda, para el autor será un placer y el amable apunte que habrá proporcionado esa memoria tantas veces esquiva.
La profesión tiene mucho que ver al respecto, y el pensamiento se verbaliza más de una vez apelando a peculiares asociaciones que pueden llegar a revelar el modo en que uno se gana la vida debido a las implícitas pistas que ofrecen las palabras. Sobre la inseguridad, por un suponer, el arquitecto apelará quizá, metafóricamente, a un edificio que se tambalea, aunque eso podría solucionarse con cuatro paletadas (el albañil) aunque sería imprescindible tender puentes si estamos escuchando a un ingeniero. De ser alguien del ámbito sanitario, no habrá manera porque estamos frente a una infección crónica sin antibiótico que valga y, de tratarse de algún político, puede ser cosa de la casta. A no ser (Rajoy) que esté lloviendo. En los anteriores ejemplos, las palabras son algo más que trasuntos de la realidad, e incorporan sugestiones otras que lo nombrado.
¿Y a qué viene todo esto? Pues a tenor de la respuesta que me dio un amigo ginecólogo,
J.V., tras preguntarle sobre cuándo tenía previsto jubilarse. Me queda un embarazo -confesó- y, si he de serte sincero, ya tengo ganas de romper aguas. Como deducirán, así no me habría contestado nunca un empleado de Banca. O Arias Cañete el de Bruselas, quiero suponer. Aunque visto su volumen, cualquiera sabe.
La verdad es que el comentario es acertado. Chapó.
Da para jugar pensando cómo podría expresarlo cada cual.
En mi caso se podría aplicar ¿fin de tratamiento? -con curación implícita, por supuesto- ¿semivida de eliminación 7 veces superada? (antes eran 5). Ésta me gusta.
O también: levando anclas, rumbo a NE ….
Quién sabe. Espero llegar más o menos bien.
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Llegarás, seguro. Y con una semivida de eliminación multiplicada por 10.
Un abrazo
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Me ha encantado. Con Arias Cañete ¿ no serían seguramente un par de yogures? Quizás a eso se deba su volumen de fermentación……….
En mi caso, oficialmente serían un par de servicios de menú escolar, extraoficialmente unos muchos más pliés y otros tantos Grand batteman.
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¿Qué son pliés? Nunca lo había oído…
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Vale, son movimientos de ballet en los cuales, manteniendo obviamente la posición correcta del cuerpo, doblas las rodillas o rodilla, dependiendo de lo que venga a continuación o conjuntamente.
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