Es lo que suelen decirte más de una vez esos amigos/as a quienes no ves con frecuencia. Te gusta oírlo aunque disimules meneando la cabeza con incredulidad y es que, en lo más hondo, hay algo así como una chispa de orgullo que les da la razón. Siquiera un poquito. Estoy en plenitud de facultades -piensas para tus adentros-; como a los 20 años y, si no fuera por las canas… bueno: el pelo blanco, que tampoco hay que pasarse, aunque sea el único signo aparente… ¡Vamos, no exageres! -respondes con una sonrisa de complicidad-; eso es que me miras con buenos ojos. Y por cierto: tú sí que estás estupendo/a…
Una de esas noches primaverales y tras acabar la peli, te volvió a la cabeza el reciente halago. ¡El tiempo que hará desde que coincidisteis en la Residencia de estudiantes! La tele era entonces en blanco y negro y la primera que te compraste (dos palmos escasos tenía, y con la carcasa roja) fue para poder ver el famoso combate de boxeo de los pesos pesados.
¿Quiénes eran? Ahora no te vienen sus nombres pero bueno, eso te sucede a veces por más nemotecnias que inventes. Lo que sí recuerdas, como si fuera ayer, es la primera que viste en color; fue en casa de tu jefe, el primer día que te invitó a cenar. Y ya no será necesario ir al cine, pensaste boquiabierto. Ni pasarse el Nodo, que esa es otra. Y aquella musiquilla que sí te suena: ta, tarará…
Antes de todo eso, fue la fresquera que construyó tu padre en el sótano con unos ladrill0s y a la que había que meter barras de hielo que traías en el sillín de la bici. Por no hablar del primer ordenador: un Spectrum para cuyo manejo precisabas de chuletas… Ayer mismo comentaste que tendrán que arreglarte el encendedor del coche para poder conectar el Tom-Tom, ¡y te llamaron carroza! Porque te bastaría con el móvil si supieras manejarlo como los chavales de hoy. A ver si resultará que a pesar de saber decir spoiler, selfie o trending topic (tuviste que buscar los significados en Google para aparentar que estás al loro, como dicen ahora), los años pasan y se te empiezan a notar, amén de las canas, en los comportamientos. A ver si resultará que, en eso de que para ti no pasan los años, hay mucho de sorna y también disimulo para tenerte contento. Por si acaso, guárdate muy mucho de sacar a colación las barras de hielo, americanas de pana o el primer viaje en avión. Aunque sea para no dar tres cuartos al pregonero y, ya metidos en harina, empiecen a preguntarte que cómo estás de la espalda.
¿Que no pasan los años? ¡Falso! Pasan, y pesan. Por fuera y por dentro.
Que la actitud de uno no sea la típica caduca y pureta que tradicionalmente podría esperarse de alguien de tu edad es otra cuestión.
Y que en una década tu aspecto físico no se haya degradado en demasía también es otra cuestión.
Pero el tiempo suma. Y los halagos pueden ser peligrosos según de donde vengan.
Me gustaMe gusta
Sí que pasan. Y pesan. Pero lo que más me alegra es que se te note poco. ¿No te has percatado de que, por el tiempo verbal, la reflexión te iba dirigida? Estaba escrita en segunda persona para que no hubiese lugar a dudas. Je Je Je…
Me gustaMe gusta
Muy esclarecedor……
Lo curioso es que, si que es cierto que te sientes orgulloso, cuando te dicen lo bien que se te ve, no tanto cuando dicen que joven pareces,( que no estas), mal rollito entonces.
Yo no me llevo mal con las nuevas tecnologías, pero …… como diría yo, las utilizo, sin permitir que ellas me utilicen a mí, como veo muchos niños enganchados. Como ya te dije hace tiempo, no tengo móvil y alucinan pues no entienden como me comunico, respuesta siempre la misma, con la boca, y mirada de sorna por parte de ellos, aunque me consta que no saben que significa la palabra. Para mí un buen halago es cuando un niño pequeño me pide que juege con él en el patio ya sea a basquet o a pillar o aunque solo sea ha hacer cosquillas, significa que te ven lo suficientemente marchoso como para participar en sus juegos, y eso es un plus.
Me gustaMe gusta
Mucha razón tienes, ahora bien: lo del móvil es sorprendente; creo que eres la única persona que conozco sin él, y sólo por ello merecerías una estatua conmemorativa. No hay cosa más deprimente que ver a una pareja en una cafetería, sin mirarse, cada cual con su aparatito, en silencio, sonriente frente al artilugio…
Me gustaMe gusta