Escribía mi admirada y ya fallecida Susan Sontag, que la justicia es también una forma de amor. Pero si no conseguimos por estos pagos apasionarnos en su compañía, cuando menos sería de agradecer que tuviera mejor cintura para ajustarse a los hechos, aceptado que todo, absolutamente todo, es mejorable. Y no hay mejor evidencia que observar lo que sucede a nuestro alrededor, con una plétora de millonarios ladrones paseando su indignidad a pleno sol mientras se encierran a la sombra transgresores de tres al cuarto, lo que hace de rabiosa actualidad la conclusión de Swift, siglos atrás: que las leyes funcionan de modo parecido a las telarañas, capaces de atrapar pequeñas moscas pero dejando que las atraviesen los avispones. Sin el menor rasguño.
En cosas así andaba pensando por las calles del Centro histórico de la capital de Mallorca, Palma, cuyo atractivo se debe en buena medida a esas casas con patios interiores, parcialmente visibles desde fuera algunos de ellos, otros abiertos al turismo y, en su conjunto, un patrimonio que atrae a millones de visitantes y otros tantos dineros. Para incrementar su atractivo y mejorar las perspectivas, se han suprimido muchos aparcamientos en las inmediaciones pero, a resultas de todo ello, inquilinos y propietarios en esos lugares son expropiados de la tranquilidad y obligados a dejar sus vehículos quién sabe dónde. Contemplado el espectáculo, junto a los entresijos de tanta belleza, sería justo facilitar a esos perjudicados -y quiero señalar que no me cuento entre ellos-, que son a un tiempo fuente de beneficios para la amplia oferta complementaria, contrapartidas que equilibrasen la balanza: desde el mantenimiento con cargo al erario de los recintos, a aparcamientos gratuitos en las inmediaciones o cualquier lugar de la ciudad, si me apuran. Y contemplar determinadas exenciones tributarias para quienes contribuyen de forma tan palmaria al bien común por el hecho de aguantar carros y carretas.
Parecidas consideraciones cabría hacer respecto a unas zonas ANEI olvidadas tanto por los titulares -que no invertirán a cambio de nada- como por los correspondientes consistorios; respecto a esos caminos públicos que atraviesan fincas particulares y nadie desbroza como debiera o, ya volviendo del paseo entre comercios u otros negocios, en alguno de los cuales no entraba un alma, intenté ponerme en la piel de esos autónomos que habrán de cotizar una cantidad fija, aunque no ganen un euro, si quieren aspirar en el futuro a la exigua pensión. Tal vez habría un modo de ser más justos con tales emprendedores, con los que muchos políticos se llenan la boca.
Y ya basta por hoy aunque, por remedar al poeta, conquistar esa espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres, pasaría porque algunos se pusieran las pilas y emplearan su imaginación en algo más provechoso que viajecitos a cargo del contribuyente o comidas de trabajo, cuando no cambiar de sitio unos cuadros por toda demostración de que tienen una forma distinta de ver el mundo. Aunque mejorarlo en bien de todos sea otra cuestión.
Si la justicia es una forma de amor, ¿sería mas bien platónico ? de manera que cuando te acercas a ella y la descubres tal cual es resulta solo ser factible para bolsillos adinerados, aunque eso sería entonces amor comprado ¿no? entonces, ¿ se compra en muchos casos la justicia? es una pregunta » inocente» como otra cualquiera……
Esta teoría nos llevaría a la explicación de porque las familias deshauciadas estan faltas de amor
institucional….
En fín disertaciones que le vienen a una a la cabeza.¡¡¡¡¡¡¡
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La prostituta justicia porque se entrega al mejor postor, efectivamente…
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