La amiga de Rajoy, alcaldesa de Valencia desde 1991 hasta las últimas elecciones -que se dice pronto- y afiliada al PP hace más de 40 años, se ha dado de baja en el Partido el día 14 de este mes, a instancias de sus dirigentes (Maroto, Maíllo, Casado…) y con la llamativa excepción, entre otras, de Don Mariano, con la cabeza bajo el ala como acostumbra. El motivo de la salida/expulsión: supuesto blanqueo de dinero que está siendo investigado por el Tribunal Supremo.
La brillante, impecable y ejemplar trayectoria de Rita, al decir de Aznar y Rajoy, se ha ido ensuciando a ojos vistas, tal vez a consecuencia de tanto caloret faller, hasta terminar en hostias: desde la primera, reconocida por ella misma y tras perder la alcaldía («¡Qué hostia!», exclamó el 24 de mayo de 2015) hasta la actual, aunque el sopapo no la descabalgue por el momento de su cargo de senadora por designación Autonómica y que le permitirá seguir con el sustancioso sueldo -unos 7000 euros- sin dar palo al agua como es norma en el Senado, refugio de perdedores cuando no algo peor.
«¡Zapatero, vete ya!», conminaba tiempo atrás la senadora enseñando uñas y dientes, aunque en la actualidad se guarde muy mucho de aplicarse igual receta y emplee las uñas en aferrarse al sillón, pese a la opinión mayoritaria en su propio Partido o de las Cortes valencianas que han solicitado su inmediata renuncia, a lo que la Doña de las hostias ha respondido con el consabido ¡Estás que sí!.
Se iría al traste su aforamiento y el blindaje que representa, con lo que las presuntas corruptelas pasarían a la jurisdicción ordinaria y, encima, se quedaría a dos velas a no ser que disponga de algunas más, a buen recaudo y sin declarar, como ha sido el caso de muchos de sus colegas en aquella Comunidad. ¿Una vileza su comportamiento? Pues no parecen considerarlo de ese modo Margallo, Cospedal o el propio Presidente del Gobierno en funciones, lo que es si cabe más lamentable y otra desvergüenza entre las muchas a que nos tienen acostumbrados, así que no cabría extrañarse si alguna de esas hostias de Rita finalmente les alcanza y da con todos ellos en la lona. Que ya va siendo hora.
Estoy un poco asombrada, ¡ fijate tú!, sobre lo facil que es ser un sinverguenza en estos lares y luego hacerte senador/ora y quedar impune de todas tus culpas, pues si no te retiras es obvio que tus amiguitos te dejan quedarte en el sillón. Puedes llevar una vida de perlas, en este caso viene al dedillo, seguir timando a los ciudadanos , pues le pagamos el sueldo y aquí paz y despues gloria.
Espero que el Karma entre ya en acción, pues tanta injusticia clama incluso a Buda.
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Es la regla (que no la menstruación) desde hace bastantes años. De existir Karma o siquiera el Espíritu Santo, ya sería hora de que tomaran cartas en el asunto…
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Recuerdo que Gustavo tuvo la amabilidad de darme una semblanza de un tal Bauzá. Cuando el PP de Mallorca pareció la banda de Pancho Matas y el mencionado Bauzá se subió a la parra, VISTO DESDE FUERA se diría una «esperanza blanca». (Dado que tiene que haber partidos de «derecha», parecía más aseado que sus predecesores.)
Gustavo me lo desenmascaró con 2 adjetivos y no había más que hablar. Los hechos, encima, vinieron a darle más razón.
Quiere decirse que hay gente que desconcierta, aparenta lo que no es, finge… O acaso tenemos tragaderas sumamente ensanchadas por tanto gañán y cualquiera nos parece menos grosero.
En cambio, la inefable Barberá (¡santo Dios!) nunca pareció nada distinto de lo que es, y no es menester entrar en detalles. Persona estentórea, tosca, casi la quintaesencia caricaturesca de la chulería más arrabalera. Que sus conmilitones la encumbraran, pase. Sin embargo, ¿cómo explicar sus reiteradas mayorías absolutas? ¿Nadie en esa tierra de Fallas se percataba de tan pernicioso percal?
Pues los mismos electores que antes la jaleaban, LOS MISMOS, se aprestan a hora a tirarle de los pelos, como fans de la Pantoja cuando la Pantoja cayó en desgracia. La misma chusma, antes amparada en el secreto del voto, se rasgará las vestiduras invocando una decencia que estaba de baja crónica. Dicen que eso es la democracia. ¡Qué bien! El gozo infla las velas de mi alma.
Mi consuelo es que no tengo que dar el coñazo a Gustavo. Todo está bauzámente claro.
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Sin embargo, sólo soy capaz de desenmascararlos cuando la sinvergonzonería se ha hecho tan evidente que no verla obligaría a pedir consulta al psicólogo. ¡Ya me gustaría a mí ser más perspicaz…! Pero sólo hay un modo: desconfiar por principio de todos. Igual no hay error en años.
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