Esos momentos de plenitud en que, siquiera durante un rato, nos sentimos colmados, no suelen precisar de desplazamientos, esfuerzos sobrehumanos o grandes inversiones. Minucias si quieren; efímeros, pero que nos quiten lo bailao. Además, son asequibles a la mayoría y no precisan siempre de compañía. Ha de haberla, claro está, para experimentar el cosquilleo enardecido que procura una cita erótica, crecerse ante los elogios de alguien a quien se respeta, dejarse invadir por la satisfacción frente al éxito de un hijo/a o por ese abrazo en invierno y de madrugada bajo las mantas.
Sin embargo, que no se esfume la luz de una tarde después de llover, el minuto siguiente al trabajo finalizado a entera satisfacción o la delicia de un pan con tomate y jamón.
Frente a lo anterior, las grandilocuencias no pasan de la epidermis y provocan, todo lo más, una mueca; el discurso coyuntural o, en algunos, cuatro líneas. Piensen en Trump o el Brexit, el teatro podemita o este nuestro Presidente cogido por los pelos. Por todo ello, eso de que la vida Bienaventurada consiste en la virtud y no en el placer, como proclamaba Epicuro, ¡un cuerno! En cuanto a que el placer solitario (y no me refiero a la masturbación) es estéril, pues otro cuerno. ¿Y que no dura? Peor es nada, de modo que total rechazo a vivir fuera de los asuntos de este mundo como aconsejan algunos, ya que es precisamente en este mundo donde podemos obtener, si no felicidad, sus atisbos para el recuerdo cuando desvanecidos.En cuanto al envés, enfado y cabreos surgen también como por ensalmo, sin nada que ver con filosofías y trascendencias;: tan inmediatos y terrenales como el pan con jamón. ¿Se le ha pinchado a alguien de entre ustedes una rueda del coche mientras volvían a casa de madrugada?
Y de llamar a Movistar, al 1004, tras colgarse la línea una y otra vez, a media conversación, sabrán lo que vale un peine. Todo muy prosaico si quieren: los placeres y sus contrarios, pero de vez en cuando no viene mal dejarse de hermetismos, de análisis dubitativos y aterrizar para rebozar las digresiones con ese día a día de regalo o bofetada. Según se tercie.
De Epicuro no sabía que dijo que la vida Bienaventurada consiste en la virtud y no en el placer…No me cuadra con lo que yo he creído epicúreo: la idea de que el placer constituye el bien y hay que buscarlo en todo lo que se hace. Idea que siempre me ha atraído. Al igual que la forma hedonista. Y que pongo en práctica de forrma general.
Como bien dices, es una actitud que no se premedita en las grandes cosas de forma pomposa (aunque cuando nos ocurren sí que lo hagan de forma placentera), sino más bien en los pequeños hechos del día a día, que, sumados a lo largo del tiempo, son los que más contribuyen al la sensación de haberlo pasado bien, y por lo tanto, de haber sido más o menos felices.
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Pues sí me parece que la frase es suya aunque, como dices, no case bien con lo que entendemos por epicureísmo… En cualquier caso, ¡a disfrutar!
Un abrazo
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