Un buen amigo se propone, y así lo ha publicado recientemente en su blog, desenREDarse de las redes. Tras leerlo, me puse a meditar sobre lo que Internet y sus aplicaciones puede hacer con nosotros y no a la inversa, como ingénuamente podríamos suponer.
La relación es, en buena medida, superponible a esa que, en función de compradores, terminamos por mantener con los grandes almacenes; enormes recintos donde te pierdes/den con toda intención porque de lo que se trata -y consiguen- es que entres a por una cosa y salgas con el carro lleno caso de que logres, después de una y mil vueltas diseñadas para engatusarte, dar con la salida. Pues en las redes tres cuartos de lo mismo. Te metiste en busca de un dato y, sin percatarte, por curiosidad o abducido, te abrumará la información sobrevenida que no te hará más sabio ni mejor; reiterativa, manipulada, superflua… Y ancha es Castilla si no fuera por ése tu tiempo que se escurre, soslayando el objetivo que en un principio perseguías.
Algo de eso me ha ocurrido con Facebook, al que me incorporé hace unos meses con el único objetivo de trasmitir con más facilidad y a los amigos/as mis ocurrencias. Porque, no hay que engañarse, uno también escribe para que otros lo lean. Sin embargo, el camino tiene poco que ver con el propósito inicial. Algunos caen en la tentación, sí (difícil averiguar si por placer o como penitencia), pero en contrapartida yo dedico muchos ratos a comentar con desconocidos sobre lo más dispar y mezcladas las opiniones con ofertas de gafas a buen precio o cursos de inglés. Servidumbres probablemente obligadas a cambio del eco que perseguía aunque, cuando repaso el modo en que pasan las horas, me digo que el amigo desenREDado lo ha decidido en un admirable rapto de lucidez. Para más inri, otro compi pretende que me aliste como twittero aunque sólo sea para coleguear con Trump y, el de más allá, me advierte que facebook está perdiendo terreno frente a otra red: Instagram.
¡Qué agobio! He terminado por decirme que con el teléfono de pared y la máquina de escribir Underwood, era todo más sencillo y los días duraban más, aunque hacerse con lectores exigiera distintas estrategias. Va a ser cuestión de obrar en consecuencia y asumir que escribir para uno mismo puede ser, si no más satisfactorio, por lo menos posible al no hipotecar las horas con tantos espejismos como ofrece el ciberespacio, tan parecidos a los de Ikea.
Todavía consigo mantener un equilibrio entre mis prejuijcios anti redes sociales y las ventajas que éstas me aportan. Equilibrio y a veces batalla. Siempre me pareció un tontuna / gilipollez eso de darle a un botoncito de «»me gusta» o subir a la red el plato de alubias que me estoy comiendo. Tremenda vacuidad.
Pues bien, no tengo Facebook, ni nunca lo tuve. Y presumo de ello.
He estado tentada, pero aún no he caído.
Os pregunto: ¿merece la pena?
Solo tengo Twitter; empecé «obligada» por mi profesión, pues había cosas interesantes. Es moderno y guay twittear cosas profesionales. Ya ves.
Pero después le descubrí el lado lúdico: música, cine…Uau, y en ese aspecto me gusta ¿Es una contradicción?
Al final he terminado desdoblando mi personalidad en dos cuentas… Y creo que también en la vida real.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¿Merece la pena? ¡A saber tú…! Supongo que depende de tu objetivo, de tu capacidad para un uso razonable… Lo del desdoblamiento me parece interesante; tendría que probar por si por una de aquellas mi lado oscuro se queda por ahí, perdido definitivamente…
Me gustaMe gusta
Me he sentido muy identificada Gustavo, yo, que llevo más tiempo de actividad, me fui sintiendo de la misma manera poco a poco hasta que tomé la decisión de alejarme. Lo sentí al principio como una poderosa arma social, mi principal objetivo, pero fui concluyendo que era un grito a la nada, y fui poco a poco dejando amistades, por incapacidad de asumir tanto «ruido», y mucho de él muy mediocre, y agobios varios en privado… Al final opté por lo que hizo tu amigo: desenREDarme. La creatividad es imprescindible que se mantenga en las redes, por lo que tú si tienes que compartir, por mi parte recibo mucha información por correo electrónico y sigo varios blogs, entre ellos el tuyo, y leerte los domingos ya me resulta muy gratificante, y así me evito lo que comenta Mónica…recetas, selfies, y tanta banalidad, una dosis no está mal, pero taaantaaa es decepcionante. Un abrazo querido.
Me gustaMe gusta