Si alguno de ustedes es de esos que, con los años, cambia su ritmo de sueño/vigilia (circadiano, le llamará algún enterado), debería aliarse conmigo para proponer que un par de asuntos fuesen objeto de debate en el Congreso de Diputados al igual que lo ha sido el rabo de los perros y su eventual reducción. Porque no me parece que el colchón y su forzado abandono tenga menos trascendencia que el apéndice canino.
Los hay que nos desvelamos a las cuatro de la mañana y si, como afirmó María Zambrano, dormir es regresar, ¿cómo volver atrás y regresar a las dichas que guardamos en la memoria, con los ojos como platos? Lo que apetece a esas horas, si el tiempo acompaña, sería salir a darse un garbeo, antes de ponerse al tajo, para el café y el periódico. Así, y en atención a los mayorcitos, la legislación debería contemplar cafeterías abiertas de madrugada ( atendidas por aquellos con parecidas alteraciones circadianas) y quioscos con expendedor automático de prensa (la versión digital a esa edad no es plato de gusto) para que la objetividad de las noticias -en el supuesto de que así sea- supla la añorada subjetividad de los sueños desvanecidos.
Y la segunda cuestión que apuntaba: el cambio de hora en ciernes. Su utilidad es más que dudosa, pero no hay duda que posponer el amanecer para los que ya llevan un par de horas despiertos en la oscuridad es, si más no, meterles sin necesidad el dedo en el ojo. Por concluir: la unánime noche, por decirlo a lo borgiano, está muy bien si acompaña a los ronquidos; en otro caso, ¡luz, más luz! Y que te echen una mano (mejor si va provista de cuatro churros o una ensaimada) para empezar el nuevo día con optimismo. Porque no todo ha de ser, para los madrugadores a su pesar, encender el flexo y ¡hala!: esperar a que el entorno se despereze. Encima, y en pocos días, una hora más tarde.
Apoyo lo del debate y contemplación de los horarios especiales para los madrugadores / noctámbulos, con infraestructuras adecuadas. Aunque lo veo un poco difícil en estos momentos…
Pero discrepo con lo del cambio de hora.
¡Estoy encantada con el horario de verano! Es más, defendería que se quedara así todo el año. Me encanta la luz, hasta las 9 de la noche, o más.
En invierno muero un poco.
Creo que podría hibernar los meses de diciembre a febrero. Si pudiera, lo intentaría.
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A mí también me gusta que oscurezca más tarde… Oye: ¿proponemos que amanezca antes y la oscuridad llegue más tarde? Aunque el día deba durar más de 24 horas… Cosas más insólitas han propuesto algunos políticos, ¿no? Y ahí siguen…
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Pues si por insólito es, adelante. Hay que buscar a un político que se preste…
¡Me encanta la propuesta!
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Os imaginais « El club de los insomnes´´ nuevas subscripciones abiertas, tertulias, monologos, visitas guiadas.¿ no será esa un nueva salida laboral? A lo mejor visto así algún político se apuntaba
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Pues después de oír la reducción de puestos de trabajo que podrían llevar aparejadas las nuevas tecnologías, no es mala salida…
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Aunque algún ministro ha expresado una profundísima ignorancia al respecto, España debería estar sujeta al huso horario definido por el meridiano de Greenwich (con retraso de 1 hora solo en Canarias).
Allá por 1940, Franco nos ubicó deliberadamente en el huso horario italo-alemán, y otros dictadorzuelos nos andan moviendo el despertador con semejante arbitrariedad. Si quisieran, si tuvieran a bien dejar de tocar los cataplines, nos pondrían en el huso GMT y no modificarían la decisión, por aquello de dejar en paz al contribuyente, que bastante tiene con los impuestos.
¡Pero no! ¿Van ellos a demostrar, con su propia conducta, que no valen para nada bueno? Quiá.
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¡Y venga con las agujitas, adelante y atrás…!
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