Por remedar a Van Gaal, el ex entrenador del Barça cuando increpó a un periodista, opino que demasiados de entre nosotros se instalan en un pesar tal, que sólo deben encontrarse a sus anchas en los entierros, haciendo actual aquella reflexión de quien dijo sentirse muy optimista respecto al porvenir del pesimismo. Y es que, desde Change a Greenpeace, de Avaaz a Terraferida pasando por los Sindicatos, Comunidades de vecinos o cualquier Partido político en la oposición (de estar en el poder, todo es maravilloso o lleva camino de solucionarse), se contribuye a extender la sensación de que nos rodea la noche angustiosa, en su calidad de «nubarrones» (como diría un argentino): voceros del desatre que no paran de anunciar desgracias.
Podría ser que les/nos ocurra como a aquella aldeana en la novela Pedro Páramo, confesando que, de tantos años sin alzar la cara, se olvidó del cielo. Y por evitar el contagio no estaría de más, de vez en cuando, parar mientes en lo conseguido hasta aquí. Siquiera por incorporar un algo de objetividad y trufar los malos augurios de algún que otro hálito refrescante. Cuando se mira en derredor los argumentos dan para todos los gustos, aunque cualquiera puede concluir que las buenas noticias suelen quedar sepultadas frenta a la avalancha de agravios o deficiencias.
Y tampoco es eso. Quizá, como dijera el filósofo, nada pueda darse por perdido mientras uno esté descontento. Pero de sí mismo: un terreno ése, por fortuna, siempre mejorable. Para lo demás, una de cal y otra de arena podría suponer la mejor opción para no tenernos, en lo que dura la existencia, con el alma suspendida de un hilo. No haría falta llegar al quevediano Nada me desengaña. El mundo me ha hechizado, pero entre uno y otro extremo, de vez en cuando un elogio, plasmar una satisfacción en cuatro líneas, el esporádico aplauso… No parece que sea pedir demasiado aunque respondiera al optimismo de la voluntad. ¡Que son cuatro días…!
¡Cuánta razón tienes!
Oye, los de Terraferida son muy radicales ¿no te parece?
No me gusta nada esto. La ecología es respeto, es equilibrio. Se está utilizando el ecologismo, bueno, y también cualquier pretexto, para la exaltación, el grito, la condena y otros comprotamientos de este estilo.
Quizás se merezca un buen análisis sociológico, pues ya lo llevo notando y preguntándome porqué desde hace un tiempo.
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