William Waldren (Nueva York 1924-2003), llegó a Mallorca en 1956. Reconocido arqueólogo a más de pintor y escultor, fue él quien descubrió en 1962 y excavó, entre otros (Son Matge, Son Ferrandell…), los yacimientos en la cueva de Muleta (Sóller) descubriendo, además de antiguos restos humanos, fragmentos óseos de más de 1500 Myotragus, una especie de cabra que se extinguió entre los años 6000 y 3000 a. de J.
Movido por la importancia de los hallazgos y junto a otros artistas de países varios y también residentes en la zona, restauró un antiguo molino en las afueras del pueblo de Deià donde residía; un sótano iluminado con velas por mejor remedar las oquedades objeto de sus desvelos. Así nació, en ese año de 1962, el Museo Arqueológico (calle Teix nº 4) que dirigió desde entonces y en días pasados tuve ocasión de visitar guiado por su viuda, Jacqueline. Los recoletos habitáculos que albergan aquellos restos de vidas prehistóricas me dejaron, merced a las amables explicaciones de su mujer, una impronta que conservaré con mimo.
El turismo masivo es hoy en las Baleares motivo de preocupación por el grave deterioro que ocasiona semejante afluencia, al extremo de que los extranjeros son incluso repudiados, como colectivo, en manifestaciones y pintadas callejeras. Sin embargo, como sucede también en otros órdenes, la generalización es siempre un error y no todos de entre quienes nos visitan debieran meterse en un mismo saco; algunos habrán con parecido talante que aquel Waldren que nos devolvió en su día parte del pasado y, sin duda, otros muchos estarían encantados de saber cómo llegar a ese sugestivo museo abierto de abril a octubre o, en otros meses, previa cita. No se lo pierdan.
Interesante visita la del museo. Me la apunto.
En cuanto al turismo masificado no es precisamente el que va a visitar museos, éste es el que se debería seleccionar.
Desgraciadamente es «el otro», el de borrachera chunda chunda sexo desfase latas y basura en la playa, el que alguna clase de hoteleros promocionan indiscriminadamente, es el turismo masificado, es el que nos hace daño, y es el que se debería controlar por no decir eliminar que sería mucho mejor.
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En efecto, turista y viajero no son sinónimos. Entre los rasgos que les diferencian, hay uno muy poderoso: la prisa. El primero la padece en grado sumo y le conmina a ir a toda hostia no sabe a dónde ni para qué (bueno, sí, AHORA
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tiene que comer y URGENTEMENTE embarca por la puerta X). El segundo, en fin, goza de la experiencia de transitar por paisajes distintos sin mirar el reloj. Uno ‘vive’ angustiado y el otro exonera la cabeza de cargas innecesarias.
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Que bonita palabra, viajero, con un significado simple pero abierto a una amplia subjetividad en cuanto a sugestión y fascinación.
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Así está la cosa… Creo que habría que publicitar más y mejor aquello que pueda atraer a mayor número de visitantes con ganas de conocer algo distinto a Punta Ballena.
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Me gusta que publicites espacios atractivos. En la Serra existen muchos y la mayoría han sido extranjeros quienes los han dado vida. El turismo masivo no llega a estos lugares y lo agradezco tanto !!!!
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Aunque de seguir así, no sé yo…
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