La libertad es peligrosa y, de no andarte con cuidado, los represores pueden incluso quedarse con tu móvil. Así les sucedió en Mallorca el pasado día 11 a dos periodistas, tras publicar presuntas irregularidades contables, por un importe superior a los 60 millones de euros, del encarcelado empresario de la noche Bartolomé Cursach.
La requisa de sus teléfonos e intento de incautar también los ordenadores, fue practicada por orden del juez Miguel Florit y supone un retroceso de siglos por lo que hace a la libertad informativa que ya se contemplaba en nuestra primera Constitución, allá por 1812, de modo que, Florit mediante, vamos camino de un medioevo donde era notorio el poder de los magnates/mangantes y, en consecuencia, se pone en solfa el progreso si entendemos como consustancial al mismo una libertad cuyo ejercicio se bloquea si se carece de información y por tanto de independencia.
A estas alturas, es de no creer que los versos de Herberto Padilla, el represaliado poeta cubano en tiempos del castrismo, puedan citarse con relación a los mencionados periodistas y que, asimismo, les haya sucedido lo que el tal presumía: «Di la verdad… / y después / deja que cualquier cosa ocurra: / que te rompan la página querida, / que te tumben a pedradas la puerta…». Para lo acontecido no cabe sino suponer que la subjetividad del tal juez considera el derecho a la información asunto menor, que la decisión adoptada fue fruto de las presiones recibidas o, quizá, que el aún poderoso empresario haya asumido lo que en su día aconsejara Martín Fierro: «Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse». Sea como fuere, es llegada la oportunidad de subrayar, negro sobre blanco y mediante la oportuna querella ya interpuesta por Diario de Mallorca, que el derecho de la ciudadanía a conocer, y para ello la labor de los profesionales de la información, está por encima de opiniones y sesgos en cuanto a la interpretación de la ley. Otra cosa, se antoja cosa nostra.
Si no estoy mal informado, el tal Cusach viene empleando (es decir pagando y usando) a funcionarios de POLICÍA para extorsionar a sus potenciales competidores en la ‘noche’ mallorquina. Amén de otras maquinaciones que involucran licencias chungas, procedimientos ‘abreviados’, etc, insisto en que se trata de POLICÍAS, esto es gente armada y con resortes de poder que a cualquier paisano le ponen los pelos de punta, pues no sería la primera vez que una ‘extralimitación’ policial acaba con los huesos del recalcitrante en un osario medio clandestino. Pues bien, ¿tendría el tal Cusach la menor duda de lo beneficioso que le resultaría sobornar a un juez? ¿Tiene alguien la menor duda de que un juez es tan sobornable como un comisario? De hecho, visto que la sociedad mallorquina no carece de amplias tragaderas, ni el tal Cusach sufrirá mayor reproche, ni hay certeza de que el juez sea suspendido.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Exactamente como dices.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y los periodistas y sus jefes… Sabiendo que publicando determinadas noticias, están propiciando que al capo no se le pueda juzgar por cuanto se «filtran» noticias sobre un sumario secreto, ¿porqué lo hacen?. Un poco sospechoso sí que era y ahora, con la detención del «filtrador», se demuestra que el propio capo, desde la sombra, lo dirigía, habiendo resultado que era nada menos que policía y persona de confianza del juez que instruye la causa. Vamos que lo que nos llega no siempre es lo que parece y por lo tanto, a partir del respeto a la defensa de la libertad de información y todo lo que ello comparta respecto de lo mal actuado por el juez, ¿quién me dice que a lo peor el periodista y el propio diario no pudieran con su actuación estar tratando de salvar el culo a alguien?.
Me gustaMe gusta
Rotundamente no van por ahí los tiros. Otra cosa es que empresario encarcelado y sus contactos lleguen más allá de lo que suponemos, policía y justicia incluída.
Me gustaMe gusta
Viva la censura.
Me gustaMe gusta