Las 12 de la noche que se acerca, suele ser el hito para los proyectados nuevos modos y, sin embargo, seguir en las mismas pudiera ser conveniente para añadir atractivo a nuestras vidas. Porque pasarse por el forro los objetivos, desde el primer amanecer del nuevo año, quizá contribuya a reconocernos más allá del estereotipo en que pretendíamos convertirnos y es que, seguramente, algunas faltas o carencias forman parte indisoluble de nuestra identidad. Bajo esa óptica, nos será fácil echar las momentáneas frustraciones al cubo de la basura.
¿Seríamos los mismos de culminar todos los empeños que nos planteamos cada fin de año? Visto así, convendrán en que, sumados, nos convertirían en otro/a, mientras que aceptarse llevará aparejado al poco un mejor dormir, máxime porque quien no arrastre contradicciones que tire la primera piedra, y percibirlas como una permanente losa sobre la conciencia es castigo que nadie merece. La voluntad de cambio ya es premio a valorar; como un deber cumplido por anticipado. El mero hecho de idear incorporaciones y abandonos trae aparejada la momentánea complacencia y, de no llegar a buen puerto, por lo menos tendremos en la mochila esas aspiraciones para echar de nuevo mano a ellas al año siguiente.
Por consiguiente tal vez sea mejor seguir en las mismas, siempre que los remordimientos por haber aplazado las decisiones hasta una próxima vez, no duren más que las campanadas. Llegar a ser el que eres, como aconsejaba un clásico, no supone transformarse en arquetipo, sino aprender a deambular con las fortalezas y debilidades que nos caracterizan. No vendría mal eliminar alguna de las segundas, pero sin agobios, porque bastantes nos caen encima sin buscarlos ni muchas veces merecerlos. La vida, aseguraba Sam Shepard, es lo que te pasa mientras haces planes; lo que discurre sin vuelta atrás y, por tanto, ¿qué tal el placer de evitar cualquier plan? No aconsejaría que, en llegadas las uvas, seamos presos de la desazón por no habernos planteado metas; no obstante, ¡alguna copa y tranquilidad! Ya habrá tiempo para retomar los mismos propósitos, o algún otro, en la próxima Nochevieja. Y por cierto: con proyectos o sin ellos, ¡feliz año nuevo!
Viendo la marejada política de Andalucía y Cataluña y las elecciones que vienen y los políticos que tenemos si que. Habrá que pensar si va a merecer la pena dar nuestra confianza a alguno de ellos
Saludos
Arturo
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Tendremos que revisar ese propósito… ¡Feliz Nochevieja!!
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Cómo siempre pido salud para los amigos, familia y para mi, no soy de las que se suelan poner propósitos, exceptuando los lúdicos, es decir viajar, ya que he conseguido llegar al jubileo. Feliz 2019 querido. Besos enormes.
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Vivir!!! Y disfrutar todo lo que podamos. Buen año nuevo y un abrazo fuerte
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Otro enorme de vuelta. 🙂
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