Esa convicción, asumida por Wittgenstein, de que es mejor caer muerto por el esfuerzo que reventar lamentándose, es la que muchos habíamos asumido hasta que experiencias varias nos han obligado a poner en solfa dicha afirmación. Tenacidad y perseverancia son ciertamente imprescindibles para alcanzar siquiera algunos de nuestros objetivos, y a tal extremo mi convicción, que llegué a identificarme como Perseverancio cuando apoyaba o suscribía determinada opción difundida por las redes, en línea con el beckettiano «No puedo seguir. Voy a seguir».
Pero un talante, ya digo, que empezó a hacer agua conforme las evidencias en contra se iban sumando. Porque las arrugas seguirán ahí pese al Botox de algunas, a la frecuente artrosis asociada a la edad no hay pilates que la disuada y, más allá del cuerpo, algunos creemos imposible razonar con un cura por distintos matices que incorporemos al diálogo, no está en nuestro ánimo admitir como mejor alternativa una dieta vegana
ni confiamos en que un día de estos podamos escuchar a cualquier político haciendo autocrítica movido por la honestidad, de modo que lo de mejor quemarse que oxidarse, pues cogido con pinzas y es que el óxido en muchas ocasiones se sobrelleva bien, sin que altere el sueño ni precise de remedios.
¿Que pueda ocurrir a resultas de un escepticismo demoledor? Quizá sí, y convendría en tal caso posicionarse frente a cada coyuntura sin hacer regla del desengaño. Pero ya me contarán si creen a estas alturas que la España vaciada vaya a repoblarse en las próximas décadas, si acaso confían en que Trump aclare sus manejos con el fisco, Pablo Iglesias asuma su pertenencia a esa denostada «casta» o la Banca vaya a adoptar, antes de que nos extingamos como especie, alguna medida en bien de su clientela. Por todo ello y más, se diría que hay imposibles frente a los que parece razonable no desperdiciar el tiempo. Sin embargo, no vayan a suponer que las anteriores son meras divagaciones sin base alguna,
y es que lo dicho se me ocurrió tras ver el otro día cómo el camarero del bar, y con un vendaval de no te menees, intentaba barrer, entre cabreo y blasfemias, la alfombra de hojas que poblaban su terraza y empeñadas, pese a la escoba, en ocupar sin pausa mesas y suelo. Como tantas cosas que alfombran nuestro presente sin escoba que valga, para entendernos.
Y es que a la larga te das cuenta de que para llegar de A hasta B quizás puedas tomar un camino que pase por C aunque creas que eso sería luego ir hacia atrás ¿ quien sabe lo que aprenderás en ese trecho que no tenías planeado hacer y que luego resultará ser la que te ayude al llegar a B para sentirte allí mejor?
Siempre es mejor seguir que quedarse parado, quizá esa sería una buena frase.¿no?
Me gustaLe gusta a 2 personas
Creo que debemos distinguir entre lo personal, a lo que comentas con ejemplos varios, y, especialmente, el político en esta época increíble. Yo he sido y soy muy pesada conmigo misma, lo he sido siempre, y sí suscribo el concepto de Wittgenstein. Si bien, es cierto que, a medida que han ido transcurriendo los años, esa actitud se vuelve más restrictiva al intuir, probablemente por la experiencia que vas obteniendo, claramente que no merecía sobreesfuerzos vanos. Ese camarero de bar, lamentablemente, no le quedaba más remedio a pesar de la inutilidad, su sueldo iba en ello. Bessssss Perseverancio 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un abrazo, Perseverancia…
Me gustaLe gusta a 1 persona
La perseverancia es sinónimo de constancia, persistencia, dedicación, pero quizás luego no dé el resultado que creíamos. Pero para alcanzar metas y no rendirse nunca hay que practicar la constancia, cosa que a mi me falta muchas veces. El camarero era muy tenaz, a las buenas o las malas quería barrer y quitar hojas, lo llego a conseguir? Un abrazo.
Me gustaMe gusta
No logró limpiar las hojas en toda la tarde. A veces la perseverancia agota…
Me gustaMe gusta
Perseverancia esa capacidad de hacer los propósitos que ha pensado durante días para llevarlos a cavo y sentir la satisfacción de haber puesto orden no solo en una estancia sino también en tu vida todo es achacable al estado de animo hay momentos o etapas en que te conviertes en una organizadora y esmero para el orden y hay etapas en que todo te da igual y lo vas dejando para un día que este con ganas o ánimos ,,, Así se va acumulando una tarea que puede ser entretenida o una fastidio aunque nadie ajeno puede hacer, soy de esa gran mayoría que me digo ya lo haré hoy no me apetece, pero ,,,,sigue ahí el cumulo de cosas que va creciendo día a día,, bueno llego el momento de tomar en serio el poner orden en la vida y de paso en esas cosas absurdas que fuimos guardando por si acaso y estoy convencida que así funciona, cuando se esta preparada para poner orden a nivel personal aparece la energía necesaria para poner orden a tú entorno, parece que una cosa va ligada a la otra, incluso avanza más el propósito y la energía, te acompaña en tan penosa labor, y digo penosa porque hay que estar decidido a prescindir de cosas que en otro momento se guardaron con esmero,, Que satisfacción mirar el trabajo finalizado, aunque con cierta nostalgia de haber tenido que desprendernos. de recuerdos que curiosamente solo los recordábamos al verlos, pero es lo lógico unas cosas sustituyen a otras, y caben más en nuestros cerebro que en una estancia ,, espero no lamentar haberme despojado de nada de lo que decidí deshacerme no son cosas valiosas pero con mucha carga emocional …
Me gustaMe gusta
Así es, el día que abres una caja y de allí aparecen recuerdos palpables, visibles, materiales descoloridos por los años y cartas cuyas líneas-muchas- tienes que adivinar; decides hacer un envoltorio más pequeño. Y empiezas a ofrecer esas pertenencias a quienes realmente pueden interesar -yo he llegado a guardar durante más de 30 años las cartillas de vacunación de mis hijos, sus notas de primaria, etc. Y tienes la suerte de que alguien lo recibe con gran emoción y hasta lo agradecen con un gesto que dice «no lo puedo creer», ya te das por satisfecha de haber tenido aquello tan custodiado y atesorado.
Lo otro -lo que decides tirar- creo yo, siempre ha sido basura; quizá para que luego no surga el arrepentimiento .
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hasta que llegas a una edad en la que aprendes a reconocer, percibir -verlos venir- qué o cuáles empeños serán inutiles pasas muchas situaciones de agobio por los esfuerzos e intentos en vano. El ejemplo de barrer las hojas es típico y más aun con viento, pero si en ello se va tu paga; hasta la recoges velozmente en un saco de basura.
Actualmente pongo empeño sólo en lo que puedo decidir y hacer «yo individualmente». Si puedo, doy algún empujón al indeciso…y mi apoyo y acompañamiento …nada más. Claro está que en aquello que empecé -porque se lleva muy dentro- mis exigencias me llevan al «no puedo más pero sigo».
Me gustaLe gusta a 1 persona
Cati Gallardo: comparto el espíritu de cuanto dices… Siento no haberte contestado antes. Acabo de volver de viaje. Un abrazo (y hasta nuestro próximo diálogo).
Me gustaMe gusta
Gracias, no pasa nada, y bien llegado de tú viaje, a veces somos nosotros tus seguidores que no llegamos a tiempo, por unas cosas u otras ,,,, un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona