Muchos de quienes acceden al poder, aquí o allende los mares, se dirían llamados a actuar en un perpetuo baile de disfraces, aunque la mascarada esté lejos de promover en los obligados espectadores la sonrisa tras advertir, al poco, cómo puede unirse indisolublemente el oportunismo a la desvergüenza. Un ejemplo más (dejando a Trump aparte) es el del trío formado por Sánchez, Iceta e Illa, ocultando todos ellos hasta fecha reciente su decisión de promover al último como candidato a dedo para la presidencia de la Generalitat en Cataluña.
Y nada que objetar, siquiera legalmente, aunque muchos nos preguntemos si será vanidad del alma la que mueve a Illa, tanto en su aspiración actual como en la anterior aceptación de un Ministerio de Sanidad que como filósofo quizá no fuese el adecuado a sus aptitudes, lo que es particularmente grave en tiempos de pandemia rebrotada y vacunas a cuentagotas. Dejarlo ahora es tal vez más reprobable que el haberlo aceptado en su día y, en ambos casos, podría ser claro exponente de la primacía de sus propios intereses por sobre los de la ciudadanía.
A Salvador (más bien poco) Illa, le viene que ni pintada la reflexión de Rubert de Ventós respecto a las derivas de los políticos y sus justificaciones: no se trata quizá de un cambio en sus convicciones sino de su relación con ellas, y así podría entenderse que no sienta incomodidad alguna en servir tanto para un roto como para un descosido y, en asuntos de importancia, piense con otros muchos que el estilo es lo que cuenta y su gestión, hasta aquí sanitaria, pueda traspasarse sin mayor problema a quien le suceda. Por cierto, de ser Carolina Darias como se comenta (será la 4ª en el Ministerio de Sanidad, desde que Sánchez se hizo con el poder), tampoco goza de la formación idónea para cuidar de nuestra salud, máxime en los tiempos que corren: licenciada en Derecho y actualmente ministra de Administración Territorial, antes diputada en el Parlamento canario, Consejera allá de Economía y Empleo… De modo que epidemiología, profilaxis antiviral u organización asistencial, más bien, y al igual que su predecesor, a trasmano, obligándonos a suponer, con Lampedusa, que algo deberá cambiar para que nada cambie.
“Un día menos”, afirmó hace poco el hoy protagonista, pero se refería sin duda a los que le quedan para largarse a Cataluña y no al tiempo que seguirá el virus haciendo su agosto entre nosotros y es que, como filósofo, podría ocurrir que se tome el drama social con filosofía, asumiendo con otros aprovechateguis (como diría Rajoy) que el mal y el bien son cosa de gustos, lo que ocupe su cabeza sea el trampolín para mejorar su estatus y al entorno que le den. Sea como fuere, lo que parece meridianamente claro es que el año que terminó nos trajo, en alguna medida y merced a su gestión, de coronilla. Pero en cuanto al Sr. Illa, le ha venido de perilla.
Hola Gustavo Esta vez no estoy de acuerdo con tus comentarios,ya que das a entender que no ha sabido que hacer con la pandemia que tenemos encima
Habria que suponer que en Europa tal como estan Alemania Francia Italia Inglaterra etc etc no hay nadie capacitado para controlarla y pienso que estaras de acuerdo en que eso no es asi
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Efectivamente, el problema es a nivel mundial, pero en este país se han cometido muchos errores: competencias delegadas, restricciones inexplicables unas y otras a destiempo, comité de expertos desconocido al comienzo… Y siempre un discurso ambiguo y reiterativo.
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El carnaval de la politica.
El lun., 11 ene. 2021 8:57, Contar es vivir (te) escribió:
> Gustavo Catalán posted: » Muchos de quienes acceden al poder, > aquí o allende los mares, se dirían llamados a actuar en un perpetuo baile > de disfraces, aunque la mascarada esté lejos de promover en los obligados > espectad» >
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Del trío de trileros conchabados para la trifulca catalana, lo que más me ha chocado es su contumacia en la mentira pura y simple. Dijo Iceta, con su taxativo gracejo, que él sería el candidato: según él, todos los órganos internos, todas las instancias y procedimientos ordinarios, habían desembocado en la idoneidad de SCP, Su Candidata Persona. Nadie, ni persona individual ni colectivo político, en ningún foro público, manifestó la menor duda al respecto. Dábase por hecho y así fuera lo de la paz y luego la gloria.
Pero hete aquí, en un momento cuántico impreciso, el advenimiento de una iluminación del hipocampo del inefable Sánchez. Y resulta que Illa, el paladín sanitario, más triste que una semana sin pan, sería mejor candidato que el bailongo del gracejo. Y al parecer lo acuerdan en grotesco conciliábulo, al margen de absolutamente todos los órganos y procedimientos ordinarios, y deciden seguir mintiendo, hasta que por algún misterio deciden disfrazar la mentira con excusas de torero cobardón. De este trío de caraduras, ¿qué es lo único cierto? Que la panza de Illa está creciendo desmesuradamente; temo que de la campaña catalana salga como para ver al doctor Nowzaradan, el de los obesos recalcitrantes.
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Esta mañana, mientras leía por encima la prensa, me acordé de tu post sobre Illa y me surgió un interrogante. Te lo paso, a ver qué me dices.
Viendo los resultados últimos de las encuestas sobre las elecciones catalanas y la inesperada subida en los sondeos de los socialistas, la duda que me asaltaba era de que si, haciendo futurología, en el caso de que la aparición de Illa supusiera un nuevo reparto de los votos en Cataluña que hicieran disminuir la tensión y quitar marras al omnipresente problema catalán en el panorama nacional, el traslado de Illa desde Sanidad al ring catalán habría sido acertado o no… pese a ese abandono del ministerio en plena pandemia. Es incomparable la gravedad de la pandemia en relación al asunto catalán, pero aún así…una duda, que aunque basada en una especulación no logro despejar.
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Adelamadrid: de terminarse el problema en Cataluña con Illa, cabría pensar aquello de que no hay mal que por bien no venga. Sin embargo, tengo el presentimiento de que tras las elecciones el lío seguirá igual y, el atractivo electoral de Illa, puro espejismo.
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Hoy no pilla, me parece a mí.
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Pues ha pillado. Siquiera un poquito…
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