Se apunta, desde mucho tiempo atrás, que la utopía “ya no se estila”. Es argumento para la disuasión y así, cínicos, bien instalados o estetas posmodernos, arrojan la concepción utópica a las sentinas de lo inconfesable por vergonzante y pueril, utilizando el pragmatismo de lo posible como frontera de actitudes y comportamientos. También muchos de los llamados intelectuales contribuyen así, de modo más o menos consciente, a la consolidación de un basurero más, donde van a parar extremismos, reflexiones, testimonios de lo visto, vivido o críticas, y todo en amalgama bajo la común etiqueta de inútil.
Con esos mimbres, el convencionalismo rector se desembaraza de cuanto pueda molestar, y en vez de asumir las divergencias para un diálogo que podría ser fructífero, las ridiculiza, como he apuntado, con el beneplácito de cabecitas que se dicen de primera línea. Sin embargo, creo que la persecución de utopías nos dignifica, a más de procurar un sentido adicional al hecho de estar aquí. Apuntar alto hace posible que los fracasos duelan menos, y que se trate de cuestiones difícilmente alcanzables no les resta, aunque sea por la búsqueda, beneficiosos efectos como ser alimento para la esperanza y no, como escribiera Gerardo Diego, de lágrimas y olvidos.
Así me lo trasmitió aquella mañana un enfermo terminal, horas antes de su final y con el que mantenía, durante sus prolongadas hospitalizaciones, una relación que llegó a trascender la meramente profesional.
-No se preocupe, porque todavía puedo soñar –me dijo.
Me lo quedé mirando, un nudo en la garganta, y entonces sonrió, me cogió de la mano y prosiguió:
-Pero sin tener la muerte tan cerca también se debe soñar. Es lo que hace la vida, en toda época y para cualquiera, digna de ser vivida.
Pasados tantos años, aún se me aparece. Y más acá del sueño.
Gracias por la reflexión (que comparto plenamente). Soñar «lo imposible», alimenta la esperanza y desde ella la pregunta insolente: ¿y por qué no?.
Un abrazo agradecido por tus invitaciones semanales.
Ovidio
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Un placer el mío por saberte lector, ovidio. Un abrazo
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Hay cosas que uno no llega a entender, pero que están ahí acaso como una contribución más a la conservación de la especie. La utopía quizás sea una de ella, porque mira que es difícil ser utópico en este mundo tan abocado, que parece, al desastre en tantos aspectos.
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Difícil, efectivamente. Un abrazo
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En tu ultima entrada hablaba de mi escepticismo galopante ante lo que escribías sobre el asunto candente del covid, refiriéndome a la actitud entre los políticos, medios, comentaristas y sociedad en su conjunto. Sin embargo, qué alivio leerte en estos momentos:… «la persecución de la utopía nos dignifica». Y qué decirte sobre el nudo de emoción que también tengo por lo contado sobre tu paciente. Una ingenua permanente de la utopía. Bufff, enorme Gustavo!
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Soy Gustavo, Pilar: habrá que seguirla persiguiendo, no? Un beso
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He observado que hoy te toca lo de «Anónimo», y claro que sí, por ejemplo una minucia…conseguir que estas redes no hagan trastadas :). Bessosssssss
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Un abrazo
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Hace tiempo, no recuerdo el autor, leí una definición sobre la utopía, sorprendente y hermosa . Decía: la utopía es como el horizonte, caminamos hacia él y, en la misma medida ,se aleja . Esa sería la utopía, el camino que persigue el horizonte ; la vida .
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Me gusta mucho
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Utopia que palabra tan significativa,y soñar,soñar!!.Me ha emocionado cuando se le hizo el nudo en la garganta,estando el paciente en su etapa final,pero aún así podía soñar.Que gran reflexión.
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