Darse una vuelta por calles varias, sin objetivo y dispuesto a perderse, puede relegar la cotidianidad y ser sustituida por complacidos asombros. Así me ocurrió tiempo atrás y, para empezar, frente a la iglesia de San Sebastián una mujer negra, los brazos en cruz y rezando en voz muy alta: In sécula seculórum… Como les digo: en latín y ajena a la extrañeza con que los transeúntes la contemplábamos.
Pero lo curioso es que, en el mismo lugar, una cubana había estado esperando aquella misma semana para darle de bofetadas a cualquier sacerdote que asomara. Algo especial debe tener el edificio sacro para atraer intenciones tan dispares, aunque no pueda por menos que inclinarme por las de la segunda, que acabó detenida poco después. Y es que entre la extendida pederastia clerical o las miles de inmatriculaciones subrepticias por parte de esa organización, mi querencia por la violenta fémina tiene sus motivos.
Pero ahí no acabaron las sorpresas y es que, cuando ya cansados decidimos tomarnos un respiro en el bar cercano, el precio de las consumiciones resultó menos de la mitad que lo que se cobra en mi barrio, situado a sólo unos cientos de metros. Y encima, las aceitunas de regalo.
Hube de concluir que Proust no estaba en lo cierto al afirmar que todo lo que es del mismo tiempo se parece. Por lo menos en lo que hace a aquella africana, la justiciera centroamericana o el coste de una cerveza. Porque en ese rincón de la ciudad, la frecuente delincuencia clerical hace explícita la indignación de alguien, y también el latrocinio en los baretos para con el consumidor se diría sobreseído.
Como puede deducirse, ejercer de flâneur, siquiera de vez en cuando, lleva a inesperados disfrutes para la vista y también el bolsillo. Pienso volver al lugar: para un café y, con suerte, asistir a la eventual reprimenda al sacerdote de turno, de palabra u obra, si tengo la suerte de coincidir con ella cuando ya fuera de la trena y con ganas de tomarse de nuevo la justicia por su mano.
Cómo me gusta cuando paseas, porque mira que tienes vivencias dejándonos testimonio con tu inefable sentido de humor. Si repites con el zurito a un euro, estoy convencida que tendrás más historias para contar. Te esperamos. Besosssss
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Me paso por allí en cuanto sepa que la justiciera cubana ha reaparecido…
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Vaya, no sabía que tú también tienes sistema de espionaje…:)
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¿Quién supones que vigila a Puigdemont?
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Me has sacado una buena risa, besotesssss
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No hay como dar un buen paseo y fijarte en estas cosas,pequeñeces de la vida peró que te hacen repetir y volver a pasar algún que otro día.Peró cuidado con la cubana.Un abrazo.
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Qué alegría haber descubierto este blog 🙂
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Intuyo que el placer va a ser mutuo. Saludos muy cordiales.
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