Alcanzamos a ver mucho, y si bien es cierto que la actual masificación turística – los mallorquines sabemos de eso – resta algo al placer que procura un viaje, siempre anima el pensar que, como acertadamente afirmase alguien tiempo atrás, el peor recorrido es el no realizado. En nuestro caso, lo hicimos por atractivas ciudades y en agradable compañía. Caminata por el Paseo Marítimo de Bari, uno de los más largos de Europa; la diferencia abismal entre la ciudad de Matera, en un espectacular entorno ocre, con sus casas trogloditas excavadas en la roca, y “La ciudad blanca” de Ostuni. En Alberobello, edificios del siglo XVII y con los techos cónicos de piedra caliza, admirados por la espectacularidad de Lecce o, tras nuevos amaneceres, los paisajes marítimos en Otranto, Gallípoli y Polignano.
Ya de regreso, me comprometí a escribir un post por si a alguien de entre el grupo le apeteciese leerlo y aquí está, aunque tras la común experiencia me apetezca destacar alguna impronta sin relación con el paisaje; detalles, trivialidades pero que, como en la mayoría de viajes, quedan en la memoria junto a lo admirado e incluso se perpetúan más allá de fachadas, playas y monumentos.
Estábamos esperando, en Polignano, los minibuses que debían llevarnos al autobús con el que iríamos al aeropuerto para volver a Barcelona, pero un corte de carretera nos puso en dificultades. Para evitar retrasos, en el que cabían 15 nos metimos 25 con la mitad de pie, oscilando en las curvas y, por un excesivo peso, el chasis del vehículo rozando el asfalto en los desniveles. Sin embargo, los aprietos fomentaban alegres gritos a coro, al tiempo que el conductor, en cada ocasión y con acento italiano, exclamaba: “¡Torero! ¡Ole!”. Aludía a él mismo con una complacida sonrisa, y yo me di a pensar si la afición por los cuernos estaría creciendo en Puglia o tal vez, sabiendo de nuestra procedencia, supondría que era más adecuado referirse a la llamada Fiesta Nacional que tararear el “Volare” de Modugno, oriundo del pueblo que dejábamos atrás. Aunque no fue el último colofón y, ya en espera para sacar las tarjetas de embarque, a punto estuvo un compañero, C. G., de agredir al venezolano que se había colado delante. Por fortuna la cosa no pasó de llamarle sinvergüenza junto a otras lindezas, mientras el susodicho seguía mirando al frente como si tal cosa y algunos se interponían entre ambos para evitar lo peor.
Pero, ya acabado todo, sería injusto no mencionar el desvelo que tanto Chus como Teresa – organizadora y guía, respectivamente – pusieron en hacer de las visitas materia para el recuerdo. Y si algo habría sido susceptible de mejora (la situación del primer hotel, en el extrarradio, o una distribución de los tiempos cuestionable), no pudo oscurecer su absoluta dedicación y, en el caso de Teresa, la excelente oratoria con que nos amenizó los paseos, así como el amplio conocimiento sobre los lugares programados en nuestro periplo por la bota del país. Nos llevaron de la mano y es algo de agradecer aunque, si he de poner una objeción, es la de no haber podido practicar, por eso mismo, aquello que al decir de Walter Benjamin es lo más importante en cualquier viaje: aprender a perderse.
Me das envidia ya que es un viaje que lo tenemos pendientes y lo desplazamos por la pandemia y después de leer lo que cuentas más
Un abrazo
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Arturo: vale la pena. Como tantos otros… Un abrazo
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Buen viaje. Además de gustar del arte, paisajes, convivencias y nuevos conocidos, fue muy bonito reencontrarnos después de años y hacerne recordar años pasados de nuestra juventud.
Gracias y un abrazo para ti y tu esposa
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Otro abrazo de vuelta para vosotros, Jaime. Habrá que verse en el próximo, ¿no?
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¡Es tan gozoso viajar!. Me ha encantado leerte, y observar complicidad en el grupo, a pesar de avatares cómo lo que cuentas. Muy atractiva Puglia, destino abierto.
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¿Conoces la región? Me gustó…
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No, por eso comento destino abierto. He estado googleando para profundizar más, y muy atractiva. Lo conocía de oídas pero gracias a ti, descubierta. Muaskkkkk
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A mi me toca Pirineos otoñal, la zona del Valle de Arán.
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Yo eso sí lo conozco. Preciosa. Ya contarás.
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Estoy convencida, todo lo conocido de los Pirineos siempre ha sido fantástico.
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Siempre he deseado conocer esta parte de Italia, ya que mi bisabuelo era de Maratea,me a encantado lo escrito.Quizás algún dia lo haga.
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Si lo haces, Cati, me encantará conocer tu opinión.
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Claro que sí,se lo contaré todo.
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Claro que sí,se lo contaré todo.
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