LOS ZAHORÍES ME COMEN EL COCO

                El labriego Mestre Juan (y me refiero a lo vivido con él hará como treinta años), uno de aquellos días en que venía a arreglar la hectárea de campo junto a nuestra casa, nos dio la solución. El poder que tengo, o como se le llame – empezó -, lo heredé de mi padre. Y no sólo puedo decirle dónde encontrarán agua. Si marco con el dedo una línea en el suelo, junto a ese hormiguero, ni una de ellas será capaz de cruzarla. ¡Lo ve? Para el agua que necesitan, cojo esta rama de olivo, damos un paseo con ella en la mano y cuando pase por encima, aunque el manantial esté muy profundo, el palo se doblará. Vamos… ¡Mire! Aquí debajo, a unos 60 metros. Y la inclinación de la rama nos dice que hay bastante, pero sigamos porque podríamos encontrar en otro sitio. ¡Uep! Bajo este nogal hay mucha más; casi no puedo aguantarla… ¿Que no lo cree? Tome usted el palo y seguramente no notará nada hasta que yo le toque el hombro con mi dedo…

              He mantenido siempre una absoluta incredulidad, cuando no rechazo, frente a asunciones sin refrendo objetivo, fenómenos paranormales… Es mi forma de ser e incluso siento indignación cuando advierto que se defiende la utilidad de lo que llaman medicinas alternativas, ponen en solfa las vacunas o alguien menciona supuestos rastros procedentes de visitantes del más allá. Igualmente juzgaba hasta entonces el mito de los zahoríes y la radiestesia, con historia que se remonta a los antiguos egipcios, pero fue tocarme, un suave contacto de su mano, para que la horquilla de madera que yo sostenía pareciese como imantada hacia abajo, al extremo de que sólo podía mantenerla en posición horizontal cuando el recién descubierto zahorí se retiraba y, al poner de nuevo el dedo sobre mi piel, otra vez la rama presionando al punto de conseguir desplazarme las manos.

                El pozo excavado por la empresa contratada, encontró agua en el lugar señalado por Mestre Juan y también por mí cuando él posaba su mano en el brazo o la nuca como le indiqué. Desde entonces me he seguido debatiendo entre el escepticismo y la experiencia vivida, pero el colmo ha sido lo contado por mi hijo el otro día. Su amigo no conoció al zahorí Juan – ya fallecido según me han informado – y tampoco nuestra casa o el lugar de los manantiales citados. Me gano la vida con eso – le dijo cuando hablaban del tema -, pero sólo cobro si encuentran el agua donde yo digo. Y también puedo hacerlo sobre un mapa. Te lo demuestro: dibújame el contorno de tu campo. La puerta de entrada… Dices que tenéis un pozo y otro sitio donde excavar si quisierais, ¿no? A continuación, colocó su péndulo sobre el dibujo: “Hay agua aquí y aquí”. Marcó con una cruz los dos lugares, que coincidían exactamente con los manantiales.

               Las evidencias son, como afirmara Descartes, opuestas a las conjeturas. Mi experiencia con la rama, y ahora una detección con mapa interpuesto, superan mi capacidad de comprensión y, cuando pienso en ello, el único asidero se sitúa más allá del razonamiento: en el péndulo oscilante o la horquilla de madera que, contra toda lógica, perciben el agua incluso sobre un papel. De no creer, lo sé. También a nosotros, mi hijo y yo, nos sigue costando. Incluso con Descartes de por medio.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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12 respuestas a LOS ZAHORÍES ME COMEN EL COCO

  1. Pilar Bonilla dijo:

    Es que resulta cómo una especie de magia que, sobre un mapa, se pueda detectar dónde se encuentra agua en una casa o terreno, o acientífico.
    Puedo entender que, sobre el terreno y por la experiencia que Mestre Juan obtuviera resultados, por conocer diversas fuentes subterráneas de la zona, pero que esa experiencia vivida con él, demuestra que podemos ser escépticos aunque narrada por ti, es inquietante.
    ¡Lo que tienes guardado baja la manga!

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  2. Pilar: yo aún no me lo acabo de creer… Pero sucedió como lo cuento.

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  3. Cati Colom Llado dijo:

    Parece imposible que alguien con una simple vara pueda hacer que se mueva y encuentre agua, exactamente allí donde él dice,y además los metros donde se encuentra.Peró lo he vivido muy de cerca,mi tio un hermano de mi madre,con sus casi 106 años que pronto los cumplirá,si le digo que casi todos o todos los pozos que hay en Llucmajor son encontrados por él.Parece dificil de creer peró es la realidad.

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  4. Cati: me alegra saber que también tú has sido testigo de ese misterio…

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  5. Ramón Barceló dijo:

    Mi ex-suegro, Carlos Pellón Rivero (https://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/hidrolog-a-del-subsuelo-y-arqueolog-a), defiende que tenemos un sentido animal, casi atrofiado, para detectar agua en la naturaleza. Él suponía el detector en la zona de los oídos internos o así, y generaba una especie de reflejo flexor en los brazos, que se amplifica con la varilla o el péndulo al acercarse a una corriente subterránea. Él defendía que un flujo de coches en una carretera sobre un puente también lo detectaba, y otras teorías más esotéricas. Nunca le hicimos mucho caso, pero hay queda eso. También parece que tenemos otro sentido atrofiado, la capacidad de detectar el norte, con algunas neuronas que contienen material magnético. Hay personas que son como brújulas vivientes (como algunas aves…). En fin… Yo también soy excéptico. Pero haberlos haylos

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  6. Lo del norte nunca lo había oído… Lo intentaré si un día me pierdo. Je..je..

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  7. Domingo Sanz dijo:

    Gustavo, anota CEN. Campo Eléctrico Natural. Nació en Mallorca hace algo más de 10 año. La inquietud original: la actividad de los zahories

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  8. Lo anoto, aunque que el campo eléctrico actúe sobre una rama de madera, da que pensar…

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  9. Rosita González dijo:

    Que necesario sería aquí. Gustavo con la seca que hay! Saludos cordiales. Rosita r

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  10. Rosita: ya hablaré con uno a ver si quiere ir… Un abrazo.

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