Moverse: ¿cuándo, cuánto y para qué?

Como medio para conservar la salud se revela de probada eficacia, por lo que resulta oportuno conocer, hasta donde sea posible, qué tipo de ejercicio, durante cuánto tiempo y cuándo hacerlo, es lo más recomendable según recientes estudios. Respecto a la primera cuestión, cualquiera es beneficioso, aunque con diferencias entre ellos y su influencia en la reducción de ciertas patologías. Así, por lo que respecta a enfermedades cancerosas, correr disminuiría la incidencia en aprox. un 19% según se cita, vs un 6% en el caso del ciclismo. En cuanto a la función cardiovascular, el caminar reduciría el riesgo un 11%, 9% si es golf… Son por supuesto datos parciales, pero permiten hacerse una idea ante la eventual elección.

             Es asimismo importante el tiempo que debe dedicarse a ello. Suelen recomendarse entre 2.5 y 5 horas semanales de actividad moderada (andar, nadar, yoga…), sin que se hayan evidenciado diferencias entre 30 minutos diarios o 1 hora a días alternos, y tampoco que mayores tiempos parezcan incrementar esa reducción de un 30% en la tasa de mortalidad (disminución de un 23% en afecciones cardiovasculares, del 12% en neoplasias…) . Por ende, la actividad corporal, con independencia de su intensidad, parece mejorar la función cognitiva en ancianos sedentarios y con deterioro cerebral, de modo que, como se indica en una de las últimas publicaciones sobre el tema, “Nunca es tarde para empezar”.

                   En cuanto al horario preferible, es obvio que deba subordinarse a los trabajos y otras obligadas dependencias cotidianas, así que, de ser preguntados, pues “cuando puedo”, “va a días”… Sin embargo, se cita que, a tenor de una revisión al respecto, los resultados difieren según sexos y se ejerciten físicamente en mañanas o tardes. En ambos casos la elección puede influir en la calidad del sueño. Por o demás, en los varones la práctica vespertina disminuía en mayor medida la presión arterial, los niveles de colesterol y la glucemia, mientras que en las mujeres la actividad matutina reduce más la grasa que en horario de tardes, diferencia ésta no detectada en los hombres.

              Sea como fuere, mens sana in corpore sano es ya un deseable objetivo desde los tiempos de Juvenal, aunque siempre podrá uno preguntarse si es práctica deseable en cualquier circunstancia y podríamos responder que tal vez haya tantas respuestas como individuos. Por abundar en ello, si en ocasiones se han sentido ustedes creadores – pintores, músicos, escritores… – y leen cualquier día la novela/ensayo de Rosa Montero, El peligro de estar cuerda, no me extrañaría que fuesen presos de la inquietud y decidieran iniciarse en el ejercicio así como terminar cuanto antes con las acechanzas del alcohol, las drogas, el suicidio o la locura que, en el sesgado decir de la autora, parecen inseparables compañeros/as del artista, dispuesto a todo excepto a una vida saludable.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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4 respuestas a Moverse: ¿cuándo, cuánto y para qué?

  1. Pilar Bonilla dijo:

    Acertado y pedagógico que escribas los beneficios de la actividad física. No sólo ayuda a las personas mayores, es un potente aliado nuestro para descargar adrenalina ante las tensiones y ansiedades de la actividad cotidiana. Besssosss

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  2. Toda la razón, Pilar. Y ni te cuento el día de las elecciones… Un abrazo.

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