Que la competencia hace peligrar las ganancias es toda una obviedad, así que, si el Presidente del Govern -y farmacéutico por más señas- tiene mano para retrasar la apertura de esas cuarenta y tantas farmacias que esperan la autorización, mejor haría cerrando también las existentes. Todas excepto la suya, porque el monopolio es el verdadero pelotazo, si excluimos la carrera política de algunos.
Hipótesis y sugerencias aparte, lo que llama la atención desde hace años es que en un sistema sanitario público -por el momento- no se habiliten oficinas de farmacia en cada Centro de Salud, ni se permita a las boticas hospitalarias facilitar la medicación a los enfermos ambulatorios. Sin duda mejoraría la accesibilidad y se ahorraría en costes. Si además se optara definitivamente por la unidosis (vender el número indicado de comprimidos o inyectables, en lugar de una cajas parte de cuyo contenido terminará en la basura), ya ni les cuento.
¿Parece razonable, verdad? Mucho más razonable que ahorrar a través de despidos o recortes salariales pero, los responsables últimos, como quien oye llover. Seguramente, la presión de algunos colectivos prima por sobre el sentido común. Y así nos va.