El próximo fin de semana, los días 4 y 5, tendrá lugar en esa localidad el Primer Festival Internacional del Cuento: «Contesporles», y el evento merece en mi opinión algo más que un aplauso. Que un Ayuntamiento decida apoyar la imaginación y promover el hechizo, máxime en los tiempos que corren, dice mucho en favor de todos los que han hecho posible que el proyecto cristalice y revela que aún hay quienes creen que somos mucho más que meros sujetos de impuestos.
Se tratará de relatos orales. Los cuentos, entre la poesía y la realidad como apuntó alguien, son defensas contra las ofensas de la vida; beben del pasado y dibujan sus huellas, pero también apuntan a ese futuro que quisiéramos enriquecido. Dirán sin decir de nuestras propias vidas, de la Historia, y la experiencia de siglos se hará cercana por esa oralidad que adorna las palabras y las aproxima hasta personalizarlas para cada oyente.
A los adultos nos rescatará de la cotidianidad siquiera por unas horas, nos devolverá a la memoria de quienes fuimos y a la evidencia de que es posible transitar por sobre el tópico y el hastío. Lúdicos o moralizantes, ensancharán nuestra identidad y nos traerán el alma a flor de piel. En cuanto a los niños, a quienes según leo van dirigidos muchos de ellos, los ojos atentos, pasmados por la ficción, serán el mejor regalo que sus padres puedan recibir. Por todo ello, ¡Mi enhorabuena, Esporles!