Es algo parecido a la repulsión; como enfrentar dos polos eléctricos y las chispas resultantes, dado que los Partidos son incapaces de pactar siquiera una apariencia de esfuerzo para lograr el consenso por encima de ideologías y ganas de poner al adversario en evidencia, nos chamuscarán a todos. Que si sólo afectasen a las partes en litigio -a sus partes, mejor-, serían incluso bendecidas.
Oí hace un par de días, en el Parlamento de aquí, que el Gobierno de la Comunidad acusaba a la oposición de disentir en todo. Fuera lo que fuese. Exactamente lo mismo que argumentaban los otros años atrás y ambos tienen razón, aunque de ello no se derivará cambio de actitud alguno y así nos va, aunque de ser interpelados, pelotas fuera y la culpa siempre del vecino. Los unos, desde Madrid, bajaron las pensiones aunque adujesen que era un primer paso para el subsiguiente aumento; los otros, ahora, no las han disminuido porque crecen, aunque lo hagan por debajo del coste de vida. Pero lo explican de tal modo que los pensionistas deberían hacerles la ola, para entendernos. En cuanto al conflicto con los inmigrantes ilegales, todo se reduce a clavar las concertinas, cuando se debate el tema, en la supuesta irresponsabilidad de quienes están enfrente, sean tirios o troyanos, mientras la U.E. se sacude las moscas hacia los países ribereños pues es allí donde pican. En cuanto al anteproyecto del aborto, terminarán por conseguir que deba mantener el embarazo incluso alguna que otra monja.
Pero vayamos a los dos temas que suelen poner sobre el tapete: educación y sanidad. En cuanto a la primera, convendría ir pensando en formar adecuadamente al profesorado para que pueda adaptarse a una nueva ley en cada legislatura, dejando la formación del alumnado para mejor ocasión. Por lo que hace a la Sanidad, en estos meses sólo he oído al Presidente de la Organización Médica Colegial, Rodríguez Sendín, apuntar donde convendría, aunque preguntada la Ministra, como la que oye llover. Sin embargo, se diría que ayer planeaba un consenso en Europa, con la aquiescencia de Guindos (ya saben: esos árboles de los que uno cae para toparse con la cruda realidad). Mario Draghi parecía convencido de que subir los precios, al actuar sobre la temida deflación, era una medida más que oportuna. Por eso el precio de la luz, supongo. Se deduce que, si algún acuerdo se dibuja en el horizonte, supone por definición joder a los representados. Y los de la oposición se llevarán las manos a la cabeza. En tanto no gobiernen, claro. En resumen, y sea ahora o en el futuro, ya sabemos lo que nos espera, más allá del imposible consenso: la Marca España.
Wikipedia afirma que el PP cuenta con unos 800 000 afiliados, por otros 250 000 del PSOE. Supongamos que todos pagan las cuotas y se comportan como «militantes», es decir dominan sus programas políticos y tienen una razonable coherencia ideológica al respecto. Pues bien, no constituyen ni el 3% de la población española. ¿Cómo se atreven a decretar absolutamente TODAS las decisiones, todos los nombramientos, todas las prioridades, todos los destinos, etc? Por una mezcla de aventurerismo (suyo) y pasotismo (nuestro). Que les vaya bonito y que quien corresponda nos coja confesados.
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Encima, ese 3%, ni es un colectivo homogéneo, ni se entera de la misa la media, ni se pone de acuerdo en lo que deciden sus líderes. En suma: lo que se llama una democracia, que debe ser orgánica por los órganos a partir de los que hacen lo que les sale.
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