La contracultura de estos tiempos nuestros, más allá de frikis, punkies y otras hierbas, tiene por eje la corruptela que no sólo practican quienes manejan la cosa pública. Así que dejémonos ya de sigilosos engaños, poniendo cara de quien no ha roto un plato en su vida, e intentemos abordar el asunto en toda su extensión por si fuera posible (¡Oh tú, hipócrita, igual a mí mismo…!, exclamaba Baudelaire apostrofando al lector) ponerle paños calientes siquiera el próximo siglo. Y es que, aceptado con Camus que todo hombre inteligente sueña con ser un gangster, resulta que, para terminarlo de arreglar, la primera condición no se cumple en muchos casos y cualquiera de entre nosotros, sin necesidad de ser una lumbrera, acumula trapisondas cuya cuantía no viene determinada por la recta conciencia sino por las oportunidades que se presenten para correr el velo sobre según qué.
Empezando por la piratería en la red: libros y/o música sin pagar un chavo, lectura de la prensa utilizando la contraseña del amiguete o los mismos programas en el ordenador, instalados de tapadillo y evitando su actualización por si pudiera delatarnos. No he escuchado nunca que a la pregunta: ¿Prefiere con o sin IVA?, se responda que la mera hipótesis ofende.
Sin IVA, por supuesto. En parecida línea los okupas indignados y, de ser interrogados sobre sus prácticas, «Pasapalabra». Así contestaba uno de ellos el otro día, y es que también a los anticapitalistas suele vérseles el plumero en hablando de sus andanzas.
En resumen: que la sinvergonzonería fluye en ambas direcciones. De arriba abajo y viceversa. Puestos a rascar, podría resultar que tanto los modos como la cuantía del fraude tengan más que ver con las posibilidades del actor que con esa decencia que únicamente se cuestiona al vecino. Y si es cierto que la generalización podría pecar de injusta, no lo es menos que para tirar piedras al tejado ajeno hay mejor disposición. Quiero significar, sin ánimo de comparar a Bárcenas con quien se ha limitado a cobrar o pagar en negro el trabajillo, que el escándalo que tiñe los comentarios sobre las mamandurrias – por remedar a la Aguirre- de los pudientes, podría hacerse extensivo a la vida diaria de la mayoría. Por si sirviese de algo, aunque lo dudo cuando miro en derredor y también frente al espejo. Y es que prima la estética sobre la ética, aunque algunos se empeñen en afirmar que son la misma cosa. Tal vez sea porque no han tenido aún la necesidad de reparar la antena. O el congelador.
En la Munich de entreguerras, tras el asesinato del líder izquierdista Eisner a manos de un exaltado bávaro-conservador, se produce un caos catódico y cáustico del que dimana un «gobierno» de inspiración entre anarquista y comunista, según los días.
Once tipos se erigen en Comité Central y van decretando lo que sigue: 1) Huelga general, 2) Estado de sitio y toque de queda, 3) Censura de prensa, 4) Nacionalización de bancos y grandes empresas, 5) Clausura de cafés y restaurantes, 6) Supresión del profesorado y dirección de la Universidad por los estudiantes, 7) Creación de tribunales de «justicia popular», 8) Prohibición de los alquileres y obligación de los propietarios de ceder sus buhardillas a «los artistas», 9) Orden de que todas las nuevas viviendas tuviesen el salón encima de la cocina, 10) Desarme de la Policía y entrega de las armas a los obreros que juraron fidelidad al nuevo régimen, 11) Expropiación forzosa del dinero a cambio de millones de billetes sin ningún valor.
¿Para qué seguir? Es tan fatigoso el vaivén de la Historia… Tanta la propensión a meter la pata hasta la mismísima ingle… Lees a Eurípides y detectas la misma mezcla nauseabunda de corrupción y santurronería. Las mismas jeremiadas repetidas una y mil veces, con distintos collares, pero con los mismos perros.
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Bueno: para qué seguir si se cuecen habas desde el pleistoceno…
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Si que es cierto que todos llevamos dentro un »mandamás tirano» al que hay que saber sujetar, y creo que ahí radica la valentía e inteligencia, pues es muy fácil olvidarse de las consecuencias y deshacerse de los remordimientos , poniendo en practica el simple instinto animal, quien más muerde más importante es, en apariencia, pues los poderosos, estan supeditados a que haya alguien a quien mandar, radicando ahí su talón de Aquiles, si no puedes ejercer tu poder ¿ de que sirve ? cuando un árbol cae en el bosque y no hay alguien para escucharlo, ¿ hace ruido?
ya sé que es una de las preguntas filosoficas más sencillas, pero bien pensado nos lleva al mismo punto de partida/partido. ¡Necesito que se me recuerde por las muchas cosas que he hecho!, lástima que frase no sea »por lo bien que las he hecho», por poner una analogía,
¿ quien se acuerda de una anillo de brillantes x? pero todo el mundo se acuerda del »Estrella de África».
Pues eso.
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Pero yo me refería de preferencia a las engañifas de tres al cuarto que hacemos la mayoría. Lopez Vega me recuerda a Eurípides y tú el Estrella de África… creo que me estoy perdiendo algo.
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Sorry, tienes razón, a lo que me quería referir es a que, dado que nos gusta tener la sartén por el mango, bien sea en el arreglo de una lavadora, y a otros niveles en el gobierno de » algo» tendemos a piratear la información que damos de nosotros mismos o de nuestros trabajos/puestos, para crear la ilusión de ser algo que no somos, el más listo a la hora de conseguir algo a buen precio etc. siempre y cuando nuestro entorno sepa lo listos que hemos sido, pues nos gusta que alaben nuestro Ego, nuestro ingenio a la hora de timar al prójimo, pero con el tiempo, estas chorradas no dejarán un poso definitivo que hable sobre nuestra verdadera esencia, sino sobre lo listillos que eramos, o lo sinvergüenzas, dependiendo del nivel de la engañifa, ergo los políticos tiran más para sinvergüenzas.
¿ Me he vuelto a ir por los » Cerros de Úbeda»?
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No, y creo que estamos de acuerdo. Claro que hay niveles de corrupción/estafa; sin embargo, quizá la actitud sea la misma yla diferencia solo estribe en nuestras posibilidades de hacernos millonarios o, simplemente, ahorrarnos cuatro perras, ¿no?
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