DEL TURISMO A LA CONTRACTURA

Tortic 18 La masiva afluencia turística en algunas zonas del país aporta, junto a indudables beneficios, problemas varios que deben afrontar, con suerte variable, los residentes de esas áreas que acumulan en ciertos meses millones de visitantes. Entre otras cosas, los precios de las viviendas de alquiler se disparan al punto de que encontrar una compatible con el sueldo es casi milagro, y de ahí se derivan numerosas secuelas no siempre emocionales -son sobradamente conocidas el estrés o depresión, el enfado saliendo por la coronilla o las gónadas arrastradas por el suelo, el nerviosismo y el insomnio…-, como el galeno tuvo ocasión de comprobar (que no certificar, por no haber a quién reclamar daños y perjuicios).

Tortic 5El paciente en cuestión acudió a él refiriendo intenso dolor cervical y a ambos lados del cuello, al extremo de tener que mantener la cara mirando hacia lo alto. La exploración reveló una intensa contractura muscular bilateral afectando a los Trapecios, sin que la rigidez cediese tras un inicial masaje. «Intente mirarme a los ojos» -le instó el médico-. «¡No puedo!», contestó, los ojos fijos en el techo. Se imponía averiguar la causa (diagnóstico etiológico, que le llaman) de la tortícolis,  y a eso dedicó el profesional el siguiente rato. «Vamos a ver: ¿ha hecho usted esfuerzos exagerados últimamente?». «En absoluto»-respondió el agarrotado-. «Y cuando trabaja, ¿mantiene cuello y hombros relajados?». «Sí: me paso las horas sentado frente a la caja de un supermercado». tortic 6«¿Cuándo advirtió que no podía mirar de frente?». El interpelado tardó unos segundos en responder: «Pues verá… hará un par de meses. Desde que empecé a buscar piso me paso mis horas libres y parte de las noches callejeando y mirando hacia arriba por si localizo un letrero de «Se alquila». Ahora ya no puedo fijarme en los Primeros; sólo a partir de la cuarta planta y ya me contará usted, con el precio a que están los áticos…»

AragónTortic 15

Tortic 16El médico meneó la cabeza (él sí podía hacerlo) y pensó que describiría el síndrome en una futura comunicación a cualquier congreso. Inmediatamente, por ser un algo leído, se le ocurrió que podría cambiar el quevediano «¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?» por el más prosaico «¡Ah de la casa! ¿Nadie me la alquila?» Sería un sugerente título para iniciar su exposición sobre la secuela músculotendinosa que puede acarrear la escasez de viviendas. Porque dormir al raso, o en cualquier balcón hasta la pulmonía, es cosa sabida.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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6 respuestas a DEL TURISMO A LA CONTRACTURA

  1. Mónica dijo:

    Si hubiese más pacientes sería otro síndrome local publicable…
    Ya se ha escrito en alguna revista científica algo sobre el «balconning»

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  2. Rosario Ferrà dijo:

    Todo es posible. Yo vivo en una zona de las ahora privilegiadas, cuando vinimos todo el mundo nos tachaba de locos por irnos tan lejos, pero era lo único que nuestro bolsillo se podía permitir si queríamos ser propietarios, y ahora resulta que nos sería imposible comprar algo con nuestro sueldo.Pues Sres. hasta aquí ha llegado el alquiler turístico, sin tener playa ni diversión nocturna.
    Y los apartamentitos que había de alquiler en los cuales vivía mucha gente joven pues aunque lejos era el precio asequible, han tenido que olvidarse de ello pues los propietarios reclaman fianzas de hasta 6 meses, ¡ estamos locos!
    En resumidas cuentas, nos hemos vendido al mejor postor, claro somos un país desarrollado.

    Estaría bien que a la llegada en el aeropuerto hubiera carteles gigantescos que dieran la bienvenida a los turistas a su lugar de vacaciones, pero recordándoles- conminandoles si fuera preciso, a no dejar su educación ( social, medioambiental etc.) en casa, pues nosotros vivimos aquí todo el año.

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  3. drlopezvega dijo:

    Siempre me ha causado estupor esa gente que ‘veranea’ en lugares aparentemente tan apetitosos que allí se concita media humanidad, con los efluvios y hedores correspondientes. Viviendo en lugar de costa (costa bellísima, por cierto, si bien creo que la playa es un lugar incómodo que han dispuesto como atrezzo para los madrileños), se me hace incomprensible que la gente se pegue por aglomerarse ¡en Benidorm!

    Llevo unos años yendo a alojamientos rurales de Francia. Sitios increíbles en el Périgord, en la foresta de Orléans, en Saissac, a tiro de piedra de Carcassonne, pero siempre eludiendo las reatas de gregarios en busca de retretes públicos y comederos baratos. Y se consigue, vaya que sí. Lo cual que no es la peste el turismo, sino algún tipo de turista que no sabe muy bién a dónde va, ni para qué, ni para qué coño le sirve su viaje a él. Ni a los demás.

    La solución no es fácil. Un examen a la entrada del pueblo, del museo, del hotel, etc, podría resultar excesivo.

    En cuanto a los caseros que se aprovechan de su propiedad, y la alquilan a los memo-turistas por precios desorbitados, jodiendo de paso al prójimo que tiene que vivir después del ferragosto, solo me cabe recordar aquello de la libertad económica. Se compraron su vivienda y hacen con ella lo que se les pone en los huevos. La única manera de refrenar sus ardores es el Fisco. (Habrá que preguntar en el examen qué haría el turista con una vivienda de su propiedad: si es partidario del mercado libre, que lo suspendan y no le permitan viajar. Quizás exagero.)

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  4. Quien tiene un 2º ó 3º piso, intenta sacarle la máxima rentabilidad, legisladores y analistas turísticos incluídos. La norma, efectivamente, es la única salida. Y la multa correspondiente.

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    • drlopezvega dijo:

      Una de mis hermanas vivió varios años en Barcelona. Casóse y allá se fue la feliz pareja y al poco compraron una vivienda (modesta, pero aparente) por 20 millones de las antiguas pesetas. Cuando regresaron a nuestra tierra, 10 años después, quisieron venderla por unos módicos 65 millones. Ella me lo dijo y quizá se me escapó un mohín de extrañeza y se enfadó y me pidió explicaciones.

      ‘Veamos. La vivienda está bien, digamos medianamente bien, para una pareja que empieza, como érais vosotros. Y 20 millones eran gordo desafío y NO hubiéseis podido con 65. Esa cantidad solo es imaginable para gente ya establecida, que venda su propia casa para adquirir la vuestra. Para esa gente -yo mismo, le dije-, la vivienda está pasable, pero no es objeto de deseo. O sea, que no hay comprador.

      Veamos más. Entre 20 y 65 millones media un incremento superior al 200%, esto es al 20% largo durante 10 largos años. ¿Qué negocio limpio -la droga no cuenta- proporciona semejante beneficio? Un beneficio neto del 10% anual, que no es moco de pavo, aconsejaría un precio de venta de unos 40 millones’.

      No me hizo ni puto caso y estuvo 3 años sin hablarme. El piso de Barcelona allí sigue, sin vender. Hubo un famosa lechera que hacía las mismas cuentas. ¡Ah, pérfida codicia, cuánta sensatez destruyes!

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  5. De haber estado en Mallorca, tal vez ya lo habría vendido. O alquilado por habitaciones y sacado más que con la venta. ¡La demanda…!

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