Ignoro si cabría diagnosticar las mismas como una infección que se ha cronificado en cualquier geografía pero, lo que es entre nosotros, algo así como la malaria en África central y, encima, sin vacuna a la vista ni proyecto en ciernes. De movernos por tierra, suciedad y devastación urbanizada a falta de profilaxis y, si es por aire, la estafa sobrevolando junto al viajero. En España, el descuento para los residentes insulares es compensado por las empresas de aviación aumentando el precio del billete; Iberia anulaba el viaje de regreso (ya pagado) de no tomarse el de ida y, en cuanto a Ryanair y sus desplantes o el sobrecoste por maletita, mejor un tupido velo.
Los Bancos son, a la luz de préstamos, fondos e hipotecas, los banksters de que hablaba Ramonet. Y las leyes, una mascarada con insólita frecuencia. No hay sino constatar la permisividad para con los okupas, o unas penas que parecen guardar más relación con la posición social del imputado que con el delito en cuestión. Baste recordar los 23 meses que se impusieron al futbolista Ronaldo (menos de 2 años para eludir la cárcel) por evasión al fisco de 14 millones mientras que, un desconocido, a la trena por hacerse de tapadillo con dos frasquitos de perfume. Y todo lo anterior al margen de unas situaciones que deberían teñir de sonrojo a quienes aseguran, tras cada toma de poltrona, que pondrán definitivo coto a la corrupción mientras se hacen con el sueldo y en pocos años con pensión anticipada, al tiempo que estrangulan económicamente a los trabajadores autónomos y enarcan las cejas frente al mísero aumento del salario mínimo.
Se trata, como dijera Arendt, de la banalización del mal por parte de unas fuerzas que parecen pura insania. Inmunes al devenir histórico y más allá de ideologías porque, cuando no es analfabetismo, se trata de la generalizada desvergüenza. Y no sirve de consuelo comprobar que la abominable disyuntiva viene de antiguo, lo que podría apuntar a que la carrera hacia el desastre prosigue in crescendo y no es una mera ocurrencia propia de los pesimistas. Sin embargo, siquiera para un respiro, me propongo cualquiera de estos días argumentar en sentido inverso por tal de no abundar en la negatividad que tiñe los medios sin resultado alguno. Después, la balanza de la subjetividad dirá a cada cual hacia dónde apunta el futuro que nos aguarda.
dales duro compañero.la corrupción es la mayor ofensa que los trabajadores podemos sufrir
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Como siga la desvergüenza que dices en tú escrito y certifico, no hay quien viva en nuestro país
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Algo tendremos que hacer, siquiera cuando votemos…
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Me ha encantado la primera viñeta, talmente. Es que todo en general está sobredimensionado, pareciendo que esa infección no tiene, en principio, ningún viso de vacuna que pueda aparecer, y ahí radica la melancolía social que digo mucho. Por dejar un buen sabor de boca, destaco la aparición de una nutria en el río Manzanares, después de esa limpieza que se realizó, y si aquí fuesen más valientes tendrían mucho apoyo social, seguro que tú y yo estaríamos apoyando. Me están empezando ganas de volver a ejercer de ciudadana crítica y activa, como lo he sido, exceptuando los últimos meses. Besosss
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De ciudadana crítica dime dónde y cómo, porque va siendo hora de pronunciarse más allá del papel o el blog… ¡Ah, los viejos tiempos…!
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Pues no estaría mal retomar acciones de los viejos tiempos y aunar ideas con amigos…No te ocurre eso de dejar que una idea que aparece y ves un día que toma forma?, pues me siento en esa situación.
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