Más de dos tercios de la investigación sobre medicamentos se financia mediante capital privado. Y supone una inversión anual de muchos miles de millones. Naturalmente que la alianza de la investigación con la industria farmacéutica lleva aparejados riesgos indudables; así, se cita el hecho de que sólo un 5% de los ensayos clínicos remunerados publican resultados desfavorables, frente al 38% de aquellos que no cuentan con soporte económico adicional. Por otra parte, la premura en disponer de datos que permitan
rentabilizar los dineros invertidos –comercializar el medicamento- , puede acelerar los procesos al extremo que puedan pasarse por alto, como ha sucedido en ocasiones, efectos indeseables a medio o largo plazo. La vacuna rusa frente a la Covid, u otras en trance de aprobarse dentro de unos meses, podrían ser adecuados ejemplos.
Sin embargo, y junto a lo anterior, la colaboración con la industria aporta indudables ventajas. La investigación, clínica o básica, de laboratorio, precisa de mayores recursos que los que vienen aportando las instituciones oficiales, y esta transferencia tecnológica o en capital humano, fundamental, es sólo la punta del iceberg, ya que llegar a las fases clínicas es únicamente el final de un largo camino. La mercadotecnia jugará en el extremo un importante papel y es evidente que, sometidos a innumerables filtros de intereses, primarán los ensayos para obtener un medicamento que sea fuente ulterior de beneficios por sobre otros estudios sin relación con la actividad industrial, pero quizá (análisis epidemiológicos, sociológicos…) con mayor impacto, de llevarse a cabo, sobre la salud de la población en su conjunto.
La simbiosis entre investigación médica e industria es, por todo lo anterior, tan fructífera como necesitada está de códigos éticos estrictos, de modo que, sin ocultar la demostrada utilidad de la citada colaboración para el avance del conocimiento, sería deseable, para evitar sesgos interesados, una política estatal de superior implicación en el tema y, desde luego, mayor inversión. Porque no es de recibo que el mantenimiento de estructuras científicas competitivas se deje al albur del mercado, que el gasto en salud se supedite, aun suponiéndoles la mejor voluntad, a las iniciativas de empresas transnacionales, y que la falta de incentivos para los organismos, instituciones y profesionales más cualificados/as, conviertan la investigación sanitaria en una suerte de azar ligado a la expectativa de beneficios.
A pesar de tratarse de un asunto cuya complejidad excede estas líneas, sí cabe afirmar que la perspectiva que se abre, tras los recortes sanitarios por todos conocidos en el pasado reciente, no permite siquiera un pálpito de optimismo. No queda otro remedio que seguir confiando en que la suerte nos sea propicia – la Covid es buen ejemplo-, aunque en tratándose de vidas (que no haciendas, de las que muchos políticos se ocupan más y mejor, máxime si son las suyas), no sea lo más oportuno.
Siempre hay fabricantes de crecepelo y compradores de crecepelo. Este ruido de fondo enmascara la percepción del tema, a menudo basada en anécdotas y ejemplos parciales sesgados a opiniones pre establecidas. En medicamentos esenciales y prioritarios la investigación es cara y larga y los recursos y la experiencia están donde están. Ayer leíamos que el presupuesto de Amazon es mayor que el pib de espanya.
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No soy anónima
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Xavier: como siempre, invitas a nuevas reflexiones… Una abraçada
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Es evidente que sería preciso más aporte económico, para ampliar el modo creativo tanto a nivel de investigadores como medios, también hay una influencia a muchos niveles del poder de determinadas farmacéuticas, con intereses exagerados en monopolizar algunos remedios de alto interés y que son inalcanzable para bolsillos comunes.
Los intereses que puede aportar es al pareces de grandes expectativas pero nunca se sabe hasta que esta en el mercado la aceptación y eficacia que puede tener, y no es precisamente un colectivo con demasiada generosidad, si no tienen la confianza de que ese nuevo medicamento pueda ser aceptado con éxito, como todo cuando se invierte se arriesga y hay riesgos que imponen y din saber las pérdidas es complicado trabajar en este tema con el temor a no ser productivo….
Bienvenido todo aquellos fármacos que consiguen aliviar curar las dolencias de los pacientes ….
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Si funcionan, efectivamente, bienvenidos sean…
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Casi todos mis conocidos tienen algún producto financiero (fondo de inversión, plan de pensiones, etc) del que se sienten particularmente orgullosos. Una vez desmenuzada la cuestión bursátil, ya con buen trasiego vinoso, nunca falta el que se explaya CONTRA el ‘tráfico de armas’, las ‘voraces farmacéuticas’ o la ‘industria petrolífera’. Pues bien, después de oírle los lugares que ya se han hecho comunes, le pregunto: ‘Oye, ese fondo del que hablabas antes, que tan bien te está yendo, ¿en qué sectores está invirtiendo?’
‘Está muy diversificado’, me dice, el tipo, tras una leve duda. Mi natural hijoputa me induce a indagar más hondo: ‘Ya, ya, pero ¿te has cerciorado en el banco de si están metiendo TU dinero, del que sacas TUS réditos, en negocios lamentables como explotación colonial, paraísos fiscales o medicamentos chungos?’
Nada, oyes. Ni uno solo reconoce que no tiene ni puta idea de dónde anda su dinero, y menos aún que en el fondo le importa un pimiento, porque a él solo le importa que el fondo no se le desfonde. Lo de entrar en el fondo de la cuestión ya queda para otro vino, a menudo ya no con mi presencia, pero ¿qué le vamos a hacer? No se puede aspirar a la popularidad unánime.
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Al hablar de los propios intereses, el análisis, efectivamente, suele ir por distintos derroteros, y no a causa de los vinitos… En mallorquín se dice así: «En xerrar de jo, no ric…».
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No se que comentar de éste tema,lo que se que se tendría que
aportar más y mucho más a la sanidad,lo hemos tocado a fondo.Esperemos que cuando salga la dichosa vacuna,nos dé un poco de aliento a todos.Un saludo.
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